BMCR 2024.01.38

Influence et réception du poète Martial, de sa mort à nos jours

, Influence et réception du poète Martial, de sa mort à nos jours. Scripta antiqua, 150. Bordeaux: Éditions Ausonius, 2022. Pp. 390. ISBN 9782356134370.

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Este volumen reúne una serie de conferencias ofrecidas en el coloquio homónimo celebrado en la Université de Paris Nanterre los días 24 y 25 de octubre de 2019. En él se dan cita algunos de los más reputados especialistas en la obra de Marcial, principalmente de universidades francesas e italianas. Como es lógico, no se pretende la exhaustividad sobre campo tan amplio como es la recepción de los Epigramas en un vasto panorama literario, sino iluminar aspectos concretos de la misma, ciñéndose a un ámbito eminentemente europeo (aunque cabe la valoración de la huella de Marcial en poetas como Joseph Brodsky o Ernesto Cardenal).

En palabras del editor: “Aujourd’hui Martial n’est plus guère lu que par les spécialistes, relégué qu’il est depuis le XIXe siècle au rang d’auteur mineur et licencieux, tout juste bon à donner des informations (souvent mal interprétées) sur la vie quotidienne sous l’Empire. Mais il n’en a pas toujours été ainsi” (9). Si aceptamos la contundente opinión de Wolff[1], estaríamos ante una paradoja o contratiempo manifiestos: que el poeta que había rechazado, siquiera convencionalmente, la intervención de los críticos (mea carmina, Sexte, / grammaticis placeant ut sine grammaticis, 10.21.5-6) vea ahora su obra exclusivamente en manos de los exégetas. Con todo, y superando el inveterado enfrentamiento entre una lectura digamos arqueológica y la revalorización literaria de los Epigramas[2], publicaciones como esta permiten hablar de una “second wave of the current Martial renaissance”[3]. Presenta además un interés añadido para los estudiosos de Marcial, una línea de coherencia que vertebra tan variopinto acercamiento: el balance de lo que el empleo singular del modelo latino por parte de autores tan diversos permite colegir acerca del estado de la tradición del corpus marcialesco desde la Antigüedad tardía hasta nuestros días.

Los textos se suceden en sentido cronológico: Silvia Mattiacci se ocupa de los más tempranos casos de recepción hasta Ausonio;  Margot Neger, de la recepción de las praefationes que introducen cinco de sus libros, sin despreciar otros casos de “interaction between epigrammatic and epistolary genre” (33); Luciana Furbetta, de la recepción de Marcial en la poesía cristiana tardo antigua, desde la presencia reconocible del poeta en el siglo IV (transmisión textual que remonta a la recensio Gennadiana) a la disminución paulatina en los siglos V y VI; Catherine Notter estudia la influencia de Marcial sobre dos epigramas de Luxorio en particular (302 y 309 de la Anthologia Latina), la influencia y el desarrollo original en la obra del poeta vándalo.

Alessandro Fusi se centra en el caso de Henry of Huntingdon (siglos XI-XII), autor de la Historia Anglorum, y sus epigrammata seria, perdidos sus libros de epigrammata iocunda (que debieron de presentar notables afinidades con el modelo marcialesco), considerando las analogías así como las “inevitabili divergenze” (77) entre la obra del epigramatista romano y un “arcidiacono inglese del XII secolo” (77); el siglo XV ve multiplicarse las copias de Marcial, y el capítulo de Marco Petoletti inaugura el análisis de ese período en que nuestro poeta “fut vraiment un banc d’essai de la philologie la plus raffinée de l’Humanisme” (95), sobre todo el papel decisivo de Boccaccio, redescubridor del poeta epigramático; Giampiero Scafoglio estudia la lectura “alternative” de Antonio Beccadelli, el Panormita, alternativa en tanto que el Hermaphroditus constituye “une œuvre manifestement non-conventionnelle et anticonformiste par l’obscénité de son contenu et sa langue impudique” (107); Donatella Coppini ofrece un recorrido abarcador de la fortuna de Marcial en el Quattrocento; Nina Mindt explora la recepción en tres autores, Beccadelli, Pontano y Calenzio, y prefiere hablar de “transformación”, concepto que expresaría mejor la “reciprocità e interazione tra l’oggetto di trasformazione e la cultura che lo trasforma” (143); Marcella Slavíková se ocupa de las ediciones de Xenia y Apophoreta de Johannes Honorius Cubitensis (tres ediciones: 1488, rev. 1498, y la póstuma de 1508), ediciones pensadas para el uso escolar en la Universidad de Leipzig; Jean-Louis Charlet considera a Marcial como objeto de disputa filológica: parafraseando el título de una conferencia del autor, a propósito del affaire Calderini-Perotti, el caso particular de “une amitié philologiquement promise à la rivalité”; Virginie Leroux nos introduce en la historia de la teoría epigramática humanística; Étienne Wolff estudia los epigramas de Euricius Cordus (Heinrich Solde); David Amherdt analiza la vertiente filológica de Conrad Gessner y en particular su edición expurgada de Marcial, su Martialis castratus, uno de los primeros ejemplos de edición expurgada del conjunto de la obra del epigramatista (Gessner, que equipara su oficio filológico al del médico, pues se aplica ad medicinam animorum, subvierte en realidad el motivo del filólogo-médico, no limitándose a recomponer el cuerpo mutilado, sino despiezándolo él mismo y deshaciéndose de las partes que considera inasumibles: “Il est à la fois le monstre poséidonien donneur de mort et le dieu Esculape donneur de vie”, 219); Daniel Vallat profundiza en la que es primera traducción de Marcial a una lengua vernácula, la del abad Michel de Marolles (1655), a quien Vallat califica de “serial translator” (y no solo por la recurrencia del crimen: fue un autor asaz prolífico), aunque el trabajo minucioso de Vallat “salva” el proyecto del abad, comprendido en su contexto, sus “acrobaties langagières et morales” para esquivar y adulterar lo “insupportable” (247).

Marine Champetier de Ribes propone el estudio de las trasposiciones del epigrama 1.10 de Marcial (sobre un cazadotes) en un amplio marco temporal, mediante el análisis de quince poemas compuestos en francés entre los siglos XVI y XXI y con el concepto de lo “implícito” como categoría analítica. Este análisis supone, para la autora, una reflexión sobre la capacidad de la lengua francesa para “transposer, déplacer, dévoiler l’implicite, et par conséquent à générer l’aprosdoketon avec efficacité” (254). Por su parte, Sylvain Durand estudia las sententiae en los epigramas de Marcial y su recepción posterior por parte de autores como Baltasar Gracián, Euricius Cordus, Thomas More o John Owen. Bret Mulligan hace primero un repaso por los epigramas de Marcial sobre médicos y medicina, que beben “both from literary trope and Roman social practice” (281), para luego analizar su influjo en John Owen y Ludvig Holberg. Los capítulos de Jalabert y De Palacio nos ofrecen sendos análisis sobre los usos, funciones y evolución del epigrama en el s. XIX francés bajo el influjo de Marcial.

A pesar de la fecundidad de la poesía del Bilbilitano en España, solo encontramos un capítulo dedicado a la recepción de Marcial en la literatura española: Rosario Cortés Tovar analiza su impronta en dos poetas del siglo XX, José Agustín Goytisolo (de la Generación de los 50) y Jon Juaristi (de la Generación de los 80), en un amplio repaso entreverado de fino análisis de piezas particulares, rematado con algunas pinceladas sobre otros poetas consagrados como Jaime Gil de Biedma, Luis Alberto de Cuenca o Miguel D’Ors. También en el ámbito de la literatura en español, Étienne Wolff dedica un capítulo al fascinante poeta nicaragüense Ernesto Cardenal, en sus facetas de traductor y recreador de Marcial. Además, junto a André Rehbinder, ofrece en el siguiente capítulo un análisis de la presencia de Marcial en las “Cartas a un amigo romano” (1972), del autor ruso-estadounidense Joseph Brodsky.

Acercándonos al final de la colección, Camille Bonnan-Garçon analiza varias traducciones literarias recientes de Marcial junto con sus paratextos, para tratar de responder a la pregunta de si es posible traducir sus epigramas. Este capítulo ofrece una brillante reflexión traductológica, en la que se repasan cuestiones centrales como los límites entre traducción y recreación y no se deja de lado un asunto que siempre ha traído de cabeza a los traductores: la obscenidad. En su conclusión aboga por la colaboración entre el traductor científico y el poeta “afin de ressusciter Martial par le rire de son lecteur” (377). El volumen termina con un gustoso capítulo de Paolo Mastrandea sobre la censura de los epigramas, que, lejos de la hipérbole (379) del propio título, se centra solo en algunos aspectos concretos de este fenómeno en la tradición manuscrita y editorial así como en las traducciones.

La bibliografía que se recoge al final de cada capítulo suele ser amplia y pertinente. No obstante, hemos echado en falta, en los capítulos que abordan de una manera u otra la censura, un título a nuestro juicio imprescindible para comprender el alcance del fenómeno y sobre todo de la autocensura en el ejercicio de la edición y traducción del bilbilitano: nos referimos al “Casto expurgo hispano de Marcial” del profesor Juan Fernández Valverde[4]. Por otro lado, lamentablemente, el libro carece de índices, un tipo de paratexto que resulta de suma utilidad para hacer de cualquier obra científica una útil herramienta de consulta para los investigadores. Junto con esta carencia, debe señalarse que el índice o tabla de contenidos (“Sommaire”, 7-8) presenta numerosas discrepancias con los títulos reales de los capítulos, lo cual puede generar confusión. Por otro lado, es una pena que las numerosas erratas en el español empañen el artículo sobre Ernesto Cardenal.

Como hemos señalado, en este volumen se aborda una selecta y variada paleta de la recepción de un poeta inabarcable y de rica progenie. Constituye por ello una valiosísima y lograda aportación a los estudios sobre Marcial y su recepción. Con todo, nos parece inquietante que en el elenco de herederos del poeta de Bílbilis analizados en este libro, las mujeres brillen por su ausencia[5]. En un momento como el actual, resulta imprescindible conocer también cómo las mujeres hemos dialogado con Marcial a lo largo de la historia.

Volviendo a las palabras del principio, ¿de verdad en la actualidad a Marcial solo lo leen los especialistas? Si es así, ¿hacemos suficiente esfuerzo quienes estudiamos a Marcial por fomentar su lectura entre nuestros estudiantes —las futuras generaciones de lectores— y la sociedad en general? Nuestra experiencia personal como docentes y divulgadores nos convence de su vigencia actual, tanto en la línea del poeta José Agustín Goytisolo (“Pero aún / hay veneno y jazmín en tu tinta; y ni la muerte / les va a librar de tu arte despiadado y purísimo[6]”) como de la escritora Irene Vallejo, que nos invita una y otra vez a leer a Marcial, “el padre de todos los tuiteros de hoy”[7].

 

Authors and Titles [8]

Étienne Wolff, “Avertissement”.

Silvia Mattiacci, “L’incidence du modèle épigrammatique de Martial sur la production poétique mineure entre les IIe et IVe siècles”.

Margot Neger, “Epigrams and Letters: The Reception of Martial’s Prose-Epistles”.

Luciana Furbetta, “Pone supercilium… Réflexions autour des réminiscences et du remploi des vers de Martial dans la poésie chrétienne (IV-VIe s.)”.

Catherine Notter, “Martial et les épigrammes de Luxorius sur des médecins (AL 302 et 309 Riese)”.

Alessandro Fusi, “L’influenza di Marziale sull’epigramma di Henry di Huntingdon”.

Marco Petoletti, “La réception de Martial au XIVe siècle entre Pétrarque et Boccace”.

Giampiero Scafoglio, “La veine goliardique et obscène de Martial dans une œuvre humaniste alternative : l’Hermafroditus de Antonio Beccadelli”.

Donatella Coppini, “Marziale nell’epigramma del Quattrocento”.

Nina Mindt, “Poesie ‘epistolari’ e epistole epigrammatiche: Marziale come modello pragmatico-comunicativo per Antonio Beccadelli, Giovanni Pontano e Elisio Calenzio”.

Marcella Slakíková, “Distica culta lege: Some Remarks on the Edition of Martial’s Xenia et Apophoreta by Johannes Honorius Cubitensis (1488, 14982, 15083)”.

Jean-Louis Charlet, “Un épisode tumultueux de la réception de Martial au Quattrocento: l’affrontement entre Calderini et Perotti”.

Virginie Leroux, “Froideur, obscénité et bouffonnerie. La critique de Martial dans les histoires littéraires et les traités de poétique néo-latins de Crinito à Pontanus”.

Étienne Wolff, “Euricius Cordus épigrammatiste et Martial”.

David Amherdt, “Martial démembré er ressuscité : le travail philologique du Dr Conrad Gessner, nouvel Esculape”.

Daniel Vallat, “Le mot, la chose et le traducteur : circonscrire ‘l’insupportable’ dans la traduction de Martial par l’abbé de Marolles (1655)”.

Marine Champetier de Ribes, “La pointe et l’implicite : Martial 1,10 et ses transpositions en langue française, de Clément Marot à Christian Prigent”.

Sylvain Durand, “‘Comme les franges les plus fines de la riche broderie’ : les maximes de Martial”.

Bret Mulligan, “The Reception of Martial’s Bad Medicine in the Epigrams of John Owen and Ludwig Holberg”.

Romain Jalabert, “Martial et l’épigramme sous la Restauration”.

Marie-France de Palacio, “Les calepins de Martial : coups d’œil latins sur les Parisiens de la Décadence, au milieu de XIXe siècle”.

Rosario Cortés Tovar, “Marcial en la poesía española de finales del siglo XX”.

Étienne Wolff, “Martial traduit par des écrivains : le cas Ernesto Cardenal”.

André Rehbinder y Étienne Wolff, “Joseph Brodsky et Martial”.

Camille Bonnan-Garçon, “La traduction des épigrammes de Martial de nos jours, de la castration à la création”.

Paolo Mastrandea, “Censure et censeurs du texte de Martial, de l’Antiquité au XXe siècle”.

 

Notes

[1] El juicio ciertamente excepcional de Stevenson confirma la regla: “Martial is a poet of no good repute and it gives a man new thoughts to read his works dispassionately, and find in this unseemly jester’s serious passages the image of a kind, wise, and self-respecting gentleman” (Books which have influenced me [1887], en Essays Literary and Critical, London, Heinemann, 1924, 65).

[2] “Wie soll man aus den Epigrammaton libri historische Informationen erschließen, wenn man das literarische Vorgehen nicht beachtet?”, se preguntaba Sven Lorenz en Erotik und Panegyrik. Martials epigrammatische Kaiser, Tübingen, Gunter Narr, 2002, 41.

[3] Patricia Larash, Martial’s Lector, the Practice of Reading, and the Emergence of the General Reader in Flavian Rome, Berkeley, 2004, 258.

[4] En Amor y sexo en la literatura latina, ed. Rosario Moreno Soldevila y Juan Martos, Universidad de Huelva, Anejo IV de Exemplaria Classica, 2014, 181-196. Disponible en https://rabida.uhu.es/dspace/bitstream/handle/10272/13070/Amor_y_sexo.pdf.

[5] Tal vez con la excepción de la poeta Susan MacLean en el artículo de Bonnan-Garçon.

[6] “Marcial entre el amor y la miseria”, citado por Rosario Cortés Tovar en su capítulo de este volumen.

[7] Palabras pronunciadas en su discurso para el acto inaugural de la Feria del Libro de Zaragoza del año 2019. El discurso íntegro está recogido en Irene Vallejo, El futuro recordado, Zaragoza, Contraseña, 2020. Vallejo cita a menudo a Marcial en su aclamado ensayo El infinito en un junco (Madrid, Siruela, 2019) y en sus numerosos artículos de opinión. También reelabora algunos epigramas en su novela El silbido del arquero (Zaragoza, Contraseña, 2015), una reescritura del libro IV de la Eneida pero con claros influjos de otros poetas latinos como Horacio, Juvenal y Marcial.

[8] Recogemos aquí los títulos de los capítulos tal y como se muestran en cada uno de ellos y no en el índice inicial del volumen. Además de algunas erratas menores, hay discrepancias totales: el artículo de Nina Mindt aparece erróneamente en el índice como “Transformations of Martial in Renaissance Naples” y en el capítulo (escrito en italiano) como “Poesie ‘epistolari’ e epistole epigrammatiche: Marziale come modello pragmatico-comunicativo per Antonio Beccadelli, Giovanni Pontano e Elisio Calenzio”; y parciales: en el de Marcella Slakíková falta la mención a la tercera edición de 1508; en el de Marine Champetier de Ribes (incompleto) se alude a las “imitations” cuando el título de la autora se refiere a las “transpositions”, al de Romain Jalabert le sobra “en verse” y al de Rosario Cortés Tovar le falta “de finales”.