Abro el paquete de MOM Éditions con curiosidad. El tema me resulta atractivo y mis expectativas son altas. Además, me encanta el formato grande de sus libros y la calidad del papel, que permiten una agradable lectura. Cuando saco el libro, me llama la atención la imagen de la cubierta: se muestra un desnudo femenino, de una chica joven, desde la nariz al bajo vientre. La imagen completa puede verse en la contracubierta: se trata de un desnudo integral de una mujer muy joven, adolescente, un cuadro de Julhes Lefebvre titulado “La cigarra”[1], basado en la fábula de La Fontaine “La cigarra y la hormiga”. La chica carece de ropa y calzado, aunque empieza a arreciar el frío, y mira fijamente al pintor/espectador. La imagen es sin duda sugerente, pero me cuesta aceptar que pueda ilustrar el deseo femenino. ¿Cómo hablar del deseo femenino desde la mirada masculina? ¿Cómo deslindar las acepciones del término? El título del volumen sugiere que se analiza el deseo sexual, la libido, pero ¿cómo se describe ese impulso venéreo? ¿Hasta qué punto puede desligarse en la literatura, el arte y la vida de la acepción objetiva o pasiva “objeto de deseo”? Navegar por los textos latinos que hablan del deseo femenino desde una sensibilidad actual implica ser conscientes de que estos oscilan entre la censura y la sumisión al deseo masculino. El autor se ha enfrentado a una tarea tan compleja como apasionante y abro el libro con deseo (intelectual).
El volumen está basado en una tesis doctoral defendida en la École normale supérieure de Lyon en cotutela con la Università di Pisa. Consta de una introducción, seis capítulos y unas conclusiones, en torno a dos ejes: la representación del deseo femenino como objeto de condena y como objeto de celebración. La introducción aborda los conceptos de placer y deseo y cómo este último se define en la Antigüedad en términos filosóficos, morales y literarios, con especial atención a cómo se configura el deseo femenino, que suele representarse como desenfrenado e insaciable. En su repaso por la bibliografía sobre la cuestión, el autor advierte sobre los peligros de un uso inconsciente de la poesía como fuente histórica. Su libro, en cambio, no pretende reconstruir la realidad social, erótica e histórica de las mujeres romanas, sino cuestionar cómo la poesía construye el deseo femenino y cuáles son las implicaciones de ese proceso, teniendo en cuenta, además, que la visión que ofrecen la práctica totalidad de los textos es meramente masculina. La distinción léxica entre placer y deseo es completa y acertada, y permite navegar con una brújula clara entre conceptos a veces difíciles de deslindar. El deseo aparece con términos como libido, cupido, furor o ardor (y sus familias léxicas), imágenes como la herida, la llaga, el escozor (ulcus, prurire, prurigo, etc.) o verbos de petición y deseo (rogare, optare)[2].
A pesar del enfoque eminentemente literario, se tienen en cuenta variables diacrónicas —la evolución histórica, social y jurídica de las mujeres entre los siglos I a. C. y II d. C.—, intergenéricas e interseccionales, aunque este último concepto no se menciona expresamente: “Nous avons pensé l’organisation des chapitres de manière à tenir compte de différents types de femmes, le statut social et l’âge jouant un rôle important dans la représentation du désir. Nous n’avons pas voulu, en revanche, séparer les représentations du désir par genre littéraire: c’est la comparaison du traitement du désir par différents genres littéraires qui nous a intéressé et nous avons voulu mettre en lumière des éléments de discontinuité, mais aussi de continuité d’un genre à l’autre, autour de la représentation d’une même forme de désir érotique” (p. 25).
La primera parte aborda la representación del deseo femenino como objeto de censura y consta de tres capítulos. El primero de ellos se centra en la representación del deseo de la mujer libre, entre el adulterio y el incesto, y se centra en la Sátira VI de Juvenal y en las Metamorfosis de Ovidio. Resulta llamativo que el libro comience precisamente con uno de los textos más tardíos de cuantos se analizan y que arroja una visión tan negativa sobre la lujuria femenina. Al respecto de este primer texto, el famoso alegato contra el matrimonio, se analizan algunos conceptos en relación con otros textos literarios, morales e incluso médicos: la vinculación entre luxuria y libido —entre el lujo y el deseo sexual—, la hipersexualización de la matrona adúltera, la impotentia muliebris y la infirmitas sexus. La comparación con el deseo desmesurado y bestial de la Pasífae ovidiana sirve de transición para la segunda parte del capítulo, que se centra no en la mujer casada, sino en las jóvenes, y, más concretamente, en dos heroínas ovidianas arrastradas por el deseo incestuoso: Biblis y Mirra. El segundo capítulo (“La condamnation du désir féminin et la géographie de l’Vrbs”) nos devuelve desde la construcción del deseo en el mito a la realidad poetizada de Roma. Se centra en la equiparación entre la matrona adúltera y la prostituta, en la correlación entre el deseo femenino y la prostitución, así como, en términos más generales, en la relación entre espacio físico y moral sexual. Se analiza el motivo de la domus frequentata (en Propercio II 6 y 16), pero también se aborda el denuesto del deseo femenino en autores como Catulo, Horacio y Marcial. Un enfoque más unitario es el que rige el capítulo tercero, pues se dedica en exclusiva a un único tema: el ataque a la uetula libidinosa, un personaje de rancio abolengo literario (“La vieille femme amoureuse: une figure de la condamnation du désir féminin”). Este capítulo ofrece un estudio en profundidad sobre la evolución de la vieja libidinosa, que hunde sus raíces en la comedia griega y romana; se analizan diversos elementos recurrentes en esta figura (las imágenes fúnebres y animalescas, el maquillaje y lo grotesco, la obscenidad, los regalos y blanditiae), que se contrapone a su homólogo masculino, el viejo verde o senex amator. El autor concluye que para los romanos “le désir sexuel chez une vieille femme est beaucoup plus scandaleux et insupportable que le désir sexuel chez un vieillard. Le déchaînement de l’agressivité obscène chez les poètes latins d’époque impériale ne relève sans doute pas uniquement du code littéraire, mais aussi d’une manifestation plus viscérale, en quelque sorte plus archaïque, qui doit à une représentation plus générale des femmes et de leur sexualité” (p. 169).
Como si de un díptico se tratara, la segunda parte aborda el deseo femenino en términos totalmente contrarios, no como objeto de condena sino de celebración. El capítulo cuarto se centra en la mutua cupido en autores como Propercio (I 10: I 13; II 15; III 8), Catulo (poemas 35, 45 y 61), Horacio (Odas II 12; III 9), el corpus Tibullianum y, por fin, Sulpicia, la única voz femenina de este corpus (y de la poesía latina del período analizado). Mientras que en Propercio el autor aprecia algunos estereotipos deudores de la mentalidad que condena el deseo femenino, en Catulo y Horacio sí hay una auténtica celebración menos dependiente de las representaciones masculinas de la moral dominante (p. 188). El capítulo termina con el estudio detallado de tres poemas del Corpus Tibullianum, III 11, 12 y 13, este último atribuido a Sulpicia, un análisis que, según el autor, contribuye a corroborar que los poemas 8-12 fueron escritos por un autor masculino con posterioridad a 13-18, escritos por la poetisa del círculo de Mesala. El capítulo quinto se centra de manera monográfica en el ideal de la mujer madura, una innovación de la poesía erotodidáctica ovidiana que rompe con la dicotomía puella–uetula y reivindica el deseo femenino y la mutua cupido: “Ovide fait de l’évocation poétique de la mutua cupido un espace d’exploration du désir féminin et tente d’en donner une représentation qui soit moins tributaire des stéréotypes de l’imaginaire romain masculin” (p. 252). El último capítulo analiza el pasaje del libro II del Ars amatoria dedicado al encuentro erótico, desde los “préliminaires” (Ars II 703-716) hasta la “plena uoluptas”. En un primer momento, parece producirse una “remotivation sexuelle” (p. 262) de algunos motivos amatorios y personajes mitológicos que no hace sino confirmar el estereotipo de la mujer pasiva. Sin embargo, en el pasaje siguiente (Ars II 717-732) se ofrece una lectura complementaria y novedosa: “Ce double mouvement de représentation puis d’annulation des différences contribue à la célébration du désir féminin: la représentation des différences dit la nécessité de prendre en compte le désir féminin dans sa spécificité; l’annulation des différences dit que le désir féminin n’est ni plus effréné, ni plus passif, ni plus honteux que celui des hommes; on assiste, dans cette leçon sur la plena uoluptas, à une forme de normalisation du désir féminin, ce qui est sans doute la meilleure façon de le célébrer” (p. 276). El capítulo termina con una comparación de la presentación del deseo femenino en las Heroidas y concluye que en los pasajes analizados del Ars “Ovide promeut le désir féminin par un bouleversement provocant du pudor masculin” (p. 283).
La bibliografía, muy completa teniendo en cuenta la variedad de textos tratados, se divide en dos partes: las fuentes primarias (ediciones, traducciones, comentarios) y los estudios.[3] En cuanto a los índices, es una pena que el Index des sources ofrezca solo los nombres de los autores y obras antiguas tratadas, pero no los pasajes concretos, lo que le resta utilidad. Hacer un index locorum no siempre es tarea sencilla, pero en este caso, el índice ocupa solo dos páginas y media, por lo que añadir los pasajes no habría sido una tarea tan gravosa y complicada. Completa el volumen un índice de nombres propios. Formalmente el volumen está muy cuidado[4] y tiene la ventaja adicional de estar disponible en acceso abierto (open access) en su totalidad: https://books.openedition.org/momeditions/21958
La estructura del libro es clara y permite comprender bien los dos ámbitos de análisis, tal vez en detrimento de la evolución cronológica. Cabe preguntarse si la división entre condena y celebración no es, tal vez, demasiado rígida. Marcial, por ejemplo, está prácticamente ausente de la segunda parte, a pesar de que no todas sus alusiones al deseo femenino son objeto de censura. Incluso en los poemas satíricos, cuando aparece la libido femenina, esta no siempre es el objetivo del ataque, sino que puede ser el detonante de la invectiva hacia una tercera persona, un hombre (e.g. I 115; II 87) o, directamente, motivo de elogio (XI 60). Podría argumentarse que, en este último caso se trata de mujeres “sexuellement autorisées”, por usar la terminología del autor (p. 173). Pero es que en los Epigramas también encontramos celebración de la mutua cupido en el ámbito del matrimonio; por poner un solo ejemplo, en el poema que dedica a Sulpicia (la poeta contemporánea de Marcial), cuya poesía deben leer todos los hombres y mujeres que deseen complacer a sus parejas: X 35, 1-4 Omnes Sulpiciam legant puellae, / uni quae cupiunt uiro placere; / omnes Sulpiciam legant mariti, / uni qui cupiunt placere nuptae[5]. No obstante, e independientemente de estas consideraciones constructivas, el libro aborda un tema difícil y escurridizo de manera seria y solvente, por lo que recomiendo su lectura a las personas interesadas en la literatura amatoria de la Antigüedad.
Notes
[1] https://artsandculture.google.com/asset/the-grasshopper-0096/eAH-cIlLDxwSVg?hl=es (consultado el 15 de enero de 2025).
[2] Más dudas suscita el verbo iuuare (p. 24), que en la mayoría de textos aducidos no parece hacer referencia al deseo, sino al placer, más concretamente al orgasmo: Ov. Her. XIII 108; XV 134; XIX 64; Ars II 682. Hay otras imágenes que aparecen a lo largo de la obra, como el fuego que devora los tuétanos (medullae), y que no se explicitan en este sucinto catálogo.
[3] Se observan algunas inconsistencias en las referencias de autores españoles, que se citan en ocasiones de manera incorrecta por el segundo apellido: Guillermo Vioque en lugar de Guillermo Galán Vioque (p. 111); Soldevila, Castillo y Valverde en lugar de Moreno Soldevila, Marina Castillo y Fernández Valverde (passim). Me gustaría aprovechar esta nota para aclarar que, aunque Dimaggio se refiere a mí usando el masculino (“Le commentateur”, “le spécialiste”, p. 123), lo cierto es que soy una mujer. Rosario en España es normalmente un antropónimo femenino.
[4] Hay algunas erratas aisladas: e.g. spanégyrique en vez de panégyrique (p. 206); tib en vez de tibi (p. 239).
[5] Tanto en poemas serios (X 47, 10 non tristis torus, et tamen pudicus) como en otros más irreverentes (XI 104) se propone un equilibrio entre pudicitia y sexualidad (X 63, 7-8 Contigit et thalami mihi gloria rara fuitque / una pudicitiae mentula nota meae).