La recepción del fondo bibliográfico personal especializado de Michel Lejeune en la biblioteca de la Universidad de Lumière-Lyon2, legado por sus herederos en el verano de 2003, fue un excelente motivo para la organización de una jornada científico-festiva que tuvo lugar en su honor el 25 de mayo de 2005. Se trataba de poner en valor el fondo bibliográfico del legado y de divulgarlo.
Los textos de las conferencias de investigadores franceses y extranjeros que se impartieron en una segunda jornada científica los días 2 y 3 de febrero de 2006 son los que se publican en este volumen. Los autores de las diferentes contribuciones, discípulos de Lejeune en muchos casos, pretenden homenajearle con aportaciones pertenecientes a las diferentes áreas de estudio en las que destacó, la lingüística griega y la lingüística comparada de las lenguas indoeuropeas,1 la lengua etrusca y las lenguas itálicas.2
El volumen se abre con un prólogo firmado por las editoras del volumen, las profesoras de lingüística latina y griega de la Universidad Lumière-Lyon2 respectivamente, F. Biville e I. Boyer, una nota en torno al valioso legado de Michel Lejeune ( Le fonds Michel Lejeune de la BIU-LSH) a cargo de la responsable de la sección de lenguas antiguas de la biblioteca de la universidad, C. Boyer, y otra breve del contenido del legado bibliográfico a cargo de M.-J. Perrat, responsable de este tipo de fondos de la misma biblioteca.
En la primera parte del libro, la dedicada a la lingüística griega y a la lingüística comparada, A. Christol recuerda y demuestra que el estudio etimológico que emprendió Lejeune se derivó de su interés en las escrituras antiguas y de la exégesis de los textos de las lenguas que estudió. Sólo a partir del análisis interno de los textos y del contexto en el que se insertaban los términos surgió la aproximación etimológica.
F. Bader aborda el estudio etimológico del nombre de los vénetos que formaría parte de un conjunto homogéneo de nombres de pueblos conquistadores con el mismo significado pero pertenecientes a otras raíces (es el caso de los nombres de Tesalia, Ftía, Dodona, los germanos). Bader reconstruye el sentido originario de la raíz del término a partir de numerosos testimonios toponímicos, antroponímicos y de otra índole, que sería: “querer algo por libre elección”. Los vénetos serían entonces “los Deseosos, los que tienen deseos de algo”.
C. de Lamberterie analiza el adjetivo micénico o-wo-we (¿compuesto de oiw-ōwēs “de una sola asa” o de ouo-wens “provisto de asas”?), su formación y los derivados del nombre griego de la “oreja”, y llega a la conclusión de que debe interpretarse como un derivado posesivo de este nombre cuyo significado en el contexto de la famosa tablilla PY Ta 641 sería “trípode provisto de asas”. De Lamberterie lleva a cabo un estudio del nombre de la “oreja” en griego y en indoeuropeo y explica la diversidad de formas en griego a partir de distintas innovaciones que tuvieron lugar en esta lengua.
L. Basset hace algunas matizaciones sobre la cronología de los grupos consonánticos * -ts que originaron la aparición de distintas silbantes en griego recordando la interpretación de Lejeune de los datos del micénico. Su aportación hace referencia a la evolución del grupo *- t(h)y – y a sus resultados divergentes en el dialecto jónico-ático en el que se origina una nueva silbante en posición inicial y en interior de palabra, pero una geminada dental – ττ – en otros casos. En un cuadro ilustrativo al final de la contribución se especifican las distintas etapas de la evolución de los distintos grupos de * -ts en griego oriental (jónico-ático y arcado-chipriota) en proto-aqueo y proto-jonio y finalmente en los dialectos arcadio, jónico y ático.
C. Dobias-Lalou retoma los diferentes tratamientos del grupo – ns – que provoca en buena parte de los dialectos griegos el llamado segundo alargamiento compensatorio tras el debilitamiento y posterior desaparición de la nasal, que se mantiene sin alteración en otros dialectos o bien en otros casos que presenta una evolución -ns- > -js-, producto de una palatalización. Partiendo de que hay que tener necesariamente en cuenta siempre los parámetros sociolingüísticos cuando se analiza cualquier transformación lingüística, y de que algunas de estas evoluciones pueden haber coexistido en un mismo dialecto,3 Dobias-Lalou se centra en los datos de los dialectos de la isla de Tera y su colonia Cirene. A la luz de los nuevos ejemplos de Tera,4 parece que ambos dialectos conocieron el resultado – js -, lo que demuestra que este resultado del grupo consonántico remonta a una época anterior a la fundación de la colonia. Si se confirma la coexistencia en Tera del alargamiento compensatorio originado a partir de este grupo consonántico, ésta podría explicarse a partir de factores sociolingüísticos.
A. Blanc se centra en la final – εσσι de la lengua homérica, considerada usualmente como eolismo, cuyo origen morfológico sigue siendo objeto de debate. Examina los dativos de plural de los temas sigmáticos (origen en última instancia de la terminación en cuestión), que como es sabido pueden tener tres finales de dativos: – εσσι (sufijo sigmático + desinencia de dativo – σι), – εσι (misma terminación pero con simplificación de la geminada) y – έεσσι (interpretada usualmente como forma eolia), y llega a la conclusión de que la final – έεσσι es una creación de la lengua poética, que no debería ser necesariamente entendida como de origen eolio. De hecho, esta final es desconocida en los textos de Alceo y Safo y los dos ejemplos epigráficos de Cime en Asia Menor y Tesalia en Escotusa pertenecen al s. II y III a.C. respectivamente, es decir, no son arcaicos. La final – εσσι tiene su origen a partir de los temas silbantes, es el resultado de su análisis después de las contracciones vocálicas: πρηνεῖς: πρην-+-εῖς, πρην-+-έσσι. Por tanto, su extensión a otros temas debió de tener lugar después de la época de las contracciones.
J.-L. Perpillou compara los datos micénicos y homéricos en lo que hace al empleo de la diátesis verbal. De la oposición entre la voz media y la voz activa deduce algunas consecuencias significativas, como la que puede darse en el caso del término micénico wanaka cuyo significado de “soberano” estaría asociado al empleo del verbo en voz activa, mientras que el de “devoto” lo estaría al empleo en voz media. Las decisiones del soberano serían de obligado cumplimiento en la esfera de su poder palacial, pero no lo serían en el contexto del santuario en donde podrían considerarse como intenciones piadosas, como iniciativas cuyos actores serían otros, lo que podría justificar el empleo de la voz media en estos casos.
M. Perna propone una nueva explicación que dé cuenta de los criterios que rigen la fiscalidad de los reinos micénicos analizando el grupo de tablillas micénicas de la serie Ma que fue objeto de un estudio detallado a cargo de Lejeune en 1956.
F. Bechet intenta hallar una justificación del género masculino que en griego tienen las plantas leguminosas cuando lo esperable habría sido el género femenino, como ocurre en el caso de los nombres de los árboles, por poner un ejemplo. La autora hace referencia a la mentalidad de los antiguos y a la concepción que tenían en relación a estas plantas para explicar este hecho.
J.-P. Levet elige para su contribución el espinoso tema de los orígenes del indoeuropeo y de las hipótesis del nostrático y euroasiático.
La segunda parte del libro está dedicada a las contribuciones del etrusco y las lenguas itálicas.
P.-Y. Lambert analiza, poniendo ejemplos concretos, los documentos de trabajo de Lejeune para explicar su metodología en el campo de la epigrafía antes de publicar los corpora de lenguas itálicas y celtas, así como su actitud ante el desafío de interpretar un documento epigráfico nuevo.
D. Briquel llama la atención sobre la glosa TLE 848 de Festo que, en su opinión y a pesar de su lamentable estado de conservación, podría confirmar el término etrusco nepa para denominar al escorpión.
J. Schamp aborda las principales fases de la enseñanza del latín en Constantinopla hasta el momento en el que Juan el Lidio accede a la cátedra de la universidad en torno al verano de 545.
J. Hadas-Lebel propone interpretar la palabra putlumza escrita en una enócoe etrusca de principios del s.III a.C. como un derivado en – za de * putlum, probable préstamo del latín arcaico * potlom del que procede en latín clásico pocolom / poculum. El autor incluye ilustraciones de los distintos recipientes que comenta en su estudio.
G. Van Heems aborda el estudio del sistema numeral etrusco utilizando en la primera parte de su contribución un documento inédito de Lejeune, que se publica como apéndice, en el que redactó deferentes entradas de términos de numeración etrusca para el volumen II del Thesaurus linguae Etruscae.
F. Poli ofrece una nueva lectura de la inscripción osca Vetter 132: vipineis en lugar de virineis, que sería el nombre del difunto, de origen etrusco. Poli incluye al final de su estudio las imágenes de las transcripciones de la inscripción, la suya propia de 2005 y la de L. del Tutto Palma de 1990.
E. Dupraz retoma la inscripción osca estudiada por Lejeune Ve 173 y llega a la conclusión de que es una composición poética que se encuadra dentro de otras del mismo tipo en el contexto de las lenguas itálicas. Además analiza el término aapas “aguas corrientes” que remonta a la raíz * h 2 ēp-/*h 2 ép-.
V. Martzloff estudia la forma sudpicena povaisis y la interpreta como forma verbal de subjuntivo cuyo significado sería “para que lleves a cabo, para que hagas”. El análisis propuesto es el siguiente: pov- “quō” + aisis “āxīs” , formación de subjuntivo sigmático de * ag-sī-s.
El volumen está muy bien editado y es estéticamente atractivo como todos los libros de la misma colección.
Contenido del libro
Frédérique BIVILLE et Isabelle BOEHM (Université Lumière-Lyon 2), Avant-propos, p.9
Christine BOYER (Bibliothèque Inter-Universitaire LSH de Lyon), Arrivée de la bibliothèque personnelle de Michel Lejeune à la Bibliothèque Inter-Universitaire Lettres et Sciences Humaines de Lyon (juin 2003), p.15
Marie Josette PERRAT (Bibliothèque Inter-Universitaire LSH de Lyon), Le fonds Michel Lejeune à la Bibliothèque Inter-Universitaire Lettres et Sciences Humaines de Lyon, p.17
I .Linguistique grecque et linguistique comparée des langues indo-européennes Alain CHRISTOL (Université de Rouen), Michel Lejeune et l’étymologie, p.21
Françoise BADER (EPHE, Paris), Le nom des Vénètes et leur expansión, p.31
Charles DE LAMBERTERIE (Université Paris 4-Sorbonne – EPHE), En hommage à Michel Lejeune: mycénien o-wo-we et le nom de l’ “oreille” en grec, p.79
Louis BASSET (Université Lumière-Lyon 2), À propos de la nouvelle sifflante sourde forte en grec ancien, p.117
Catherine DOBIAS-LALOU (Université de Borgogne), Retour sur les “traitements grecs de -ns-”, p.127
Alain BLANC (Université de Rouen), Langue épique, parler des aèdes et datifs en – εσσι, p.137
Jean Louis PERPILLOU (Université de Paris 4-Sorbonne), Le wanax entre actif et moyen, p.153
Massimo PERNA (Università degli Studi Suor Orsola Benincasa, Naples), Michel Lejeune et la fiscalité mycénienne, p.169
Florica BECHET (Université de Bucarest), Sur le genre masculin des plantes légumineuses en grec ancien, p.179
Jean-Pierre LEVET (Université de Limoges), En amont de l’indo-européen: les enseignements eurasiatiques de J. Greenberg et de quelques vieux hydronymes, p.195
II. Les langues de l’Italie antique
Pierre-Yves LAMBERT (EPHE,CNRS, AIBL), Michel Lejeune et le défi des inscriptions nouvelles, p.217
La langue étrusque
Dominique BRIQUEL (Université Paris 4-Sorbonne – EPHE), Qu’est ce que la glose TLE 848 = Festus 162 (nepos) …. Tuscis dicitur peut nous apprendre sur la langue étrusque?, p.237
Jacques SCHAMP (Université de Fribourg, Suisse), Pour une étude des milieux latins de Constantinople, p.255
Jean HADAS-LEVEL (Université Lumière-Lyon 2), L’ oenochoé putlumza : un pocolom étrusque?, p.273
Gilles VAN HEEMS (Université Lumière-Lyon 2), Lire, écrire, compter: quelques réflexions et hypothèses sur le système numéral étrusque en marge des travaux de Michel Lejeune, p.287
Les langues italiques
Fabrice POLI (Université de Bourgogne), Relecture de l’inscription osque Vetter 132, p.321
Emmanuel DUPRAZ (Université de Rouen), L’inscription frentanienne Ve 173 = Ri Fr 2, la tradition poétique italique et le nom-racine *h 2 ep-.“eaux courantes”, p.331
Vincent MARTZLOFF (Université Lumière-Lyon 2), Questions d’exégèse picénienne, p.359
Index
Index des mots et des formes étudiés, p.381
Index des documents et corpus épigraphiques, p.395
Indes des auteurs et des passages étudiés, p.399
Liste des contributeurs (coordonnées, mai 2009), p.405
Notes
1. Su libro Phonétique historique du mycénien et du grec ancien es el manual que se utiliza usualmente en las universidades europeas. Lejeune fue el organizador del primer Congreso de Micenología en Gif-sur-Yvette en 1956. Sus contribuciones sobre griego micénico agrupadas en la colección de Mémoires de Philologie Mycénienne siguen siendo de obligada consulta.
2. Estudió en diversas ocasiones corpora reducidos de inscripciones de las lenguas itálicas como el osco, el etrusco, el celta de Francia e incluso el frigio.
3. Esta consideración de los hechos se repite de forma constante en los estudios de fonética de Claude Brixhe “Les palatalisations en grec ancien”, Étrennes de septentaine offertes à Michel Lejeune, Paris 1978, p. 65-73 y en su libro Phonétique et phonologie du grec ancien, Louvain 1996.
4. Los nuevos ejemplos pertenecen a un epigrama arcaico (mediados del s. VI a.C.), SEG 48, 1067 y son dos participios femeninos, θανοίσας, ποθέσαισα.