Como parte de una profunda revisión de los estudios sobre el drama ático, desde mediados del s. XX ha surgido un interesante conjunto de trabajos que se concentran en un análisis de la producción fragmentaria de los tragediógrafos y comediógrafos griegos del período clásico. En el caso concreto de la comedia antigua, la profusión de monografías y artículos dedicados a explorar el corpus preservado de los “rivales” de Aristófanes ha permitido echar nueva luz sobre las manifestaciones literarias de un fenómeno teatral arraigado en el contexto sociopolítico de los s. V y IV a.C.1 Pero hablar de modo específico de los adversarios del único poeta de la arkhaia del que tenemos obras completas transmitidas no significa tan solo pensar en Éupolis y Cratino, como parece sugerir en gran medida la creciente bibliografía crítica en materia de la comedia no aristofánica,2 sino dar cuenta de aquellos autores contemporáneos cuyos textos fragmentarios han gozado de menor popularidad entre los transmisores y comentaristas.3
El trabajo de Christian Orth sobre los fragmentos de Estratis, que aquí reseñamos, responde con certeza a ese interés creciente por los representantes menos transitados del género y se inscribe de lleno en la corriente más reciente de trabajos filológico-literarios sobre los fragmentos cómicos. Resultado de su tesis doctoral, defendida en 2008 en la Universidad de Friburgo bajo la supervisión del Dr. Bernhard Zimmerman, el texto editado como segundo volumen de la colección Studia Comica se propone ofrecer un comentario filológico completo de los pasajes conservados atribuidos a Estratis.
Es particularmente destacable (aunque comprensible tratándose de un trabajo de doctorado) el minucioso y detallado apartado introductorio, en el que el autor se explaya acerca de los criterios metodológicos concretos en los que se sustenta la investigación. En efecto, Orth se ocupa allí de señalar con detalle el status quaestionis al aclarar la inexistencia de trabajos filológicos comprehensivos sobre el comediógrafo (11) y al justificar como base el prolijo texto canónico de R. Kassel y C. Austin (12) para mejorarlo y completarlo en varios aspectos. Central nos parece la explícita mención a los objetivos centrales del trabajo realizado (14): de acuerdo al autor, el comentario procura—en un meticuloso orden—relevar en primer lugar las consideraciones y los modos en que la tradición ha permitido la conservación de los fragmentos, luego aclarar desde un punto de vista lingüístico el contenido de los textos, aportar los datos coyunturales necesarios para lograr una comprensión cabal de cada uno, ofrecer una lectura contextual de los mismos, dar cuenta del estilo y de la terminología a la luz de paralelismos con otras obras cómicas u otros géneros literarios y, finalmente, suministrar cuando es posible datos sobre los posibles contextos de producción de los pasajes. A través de una explicación de cada uno de estos propósitos, el autor consigue cimentar una sólida argumentación metodológica que, en rigor de verdad, excede el interés concreto que reviste la situación de Estratis y puede más bien ser tomada como un verdadero laboratorio textual que demuestra una disposición de trabajo acertada. El trabajo de Orth, en definitiva, se construye como un modelo adecuado y útil, pues resulta un excelente ejemplo para todo aquel que decida llevar adelante una actividad académica que involucre el trabajo textual con fragmentos literarios.
La parte introductoria del libro se prolonga en una breve referencia a la carrera del comediógrafo, incluyendo en particular datos sobre su nombre (17), un excursus sobre los problemas que supone la cronología de sus obras (18-20), y una interesante reflexión acerca del papel de Estratis en el marco del ambiente teatral de fines del s. V y comienzos del IV a.C. (20-28). Incluso antes de lo que será la propia presentación y el análisis de los fragmentos, Orth se adelanta a evaluar la importancia del corpus de Estratis en función de los conocimientos de que disponemos acerca de la comedia antigua y media. Desde ese lugar, se percibe que la escasez y precariedad de los versos conservados no autorizan ninguna conclusión definitiva al respecto, ni con relación al vocabulario empleado ni a los rasgos personales de su perfil cómico (27); para Orth, sin embargo, el enfoque en los versos de Estratis puede con éxito contribuir a fomentar ideas respecto de la potencialidad humorística y de la variedad de temas a los que podía tender un autor de comedias dentro de una corriente literaria ya desarrollada durante décadas y de un género muy amplio y multifacético (28).
Una breve alusión a la suerte que corrió Estratis en la antigu+edad helenística, en manos de los sabios alejandrinos, sirve como cierre del apartado introductorio y da lugar al núcleo central del comentario (33-292). Con relación a este punto clave del trabajo, Orth opta por dividir los textos significativos en testimonia (de los que releva los cuatro referidos en los Poetae Comici Graeci), por un lado, y títulos y fragmentos (fr. 1-91 K.A.), por el otro. En este sentido, identifica por su nombre diecinueve obras (todas con al menos un fragmento, con excepción de Iphigeron, de la que solamente poseemos el título), además de veintisiete fragmentos de obras inciertas y uno dubium. Por último, clausura la obra una sección referida a otros fragmentos que, si bien no pertenecen a Estratis, estarían asociados con el poeta de modo menos directo (290-292).
Desde el punto de vista formal, cabe destacar la cuidadosa edición y transcripción de los textos griegos, así como la correcta traducción alemana de los fragmentos, acompañada siempre de referencias al aparato crítico en caso de que hubiese discusiones sobre el alcance o la naturaleza de ciertas expresiones. La permanente remisión a la bibliografía secundaria, presente en cada uno de los comentarios individuales, traduce los resultados de una profunda investigación en términos de crítica filológica, aspecto que se aprecia con claridad en el listado bibliográfico alfabético final (295-309). Solo nos debe llamar la atención, en una obra tan precisa, la ausencia de algunos artículos puntuales en lengua castellana4; también es posible lamentar la omisión, quizás explicable por cuestiones cronológicas y por la fecha de entrada a prensa de la obra, de algunos trabajos de tesis contemporáneos sobre el mismo Estratis, que en gran medida complementan en su especificidad algunas lecturas de Orth y podrían haber enriquecido el estudio encarado5.
La obra presenta, en sus últimas páginas, un índice completo que permite aprovechar al máximo el estudio preliminar y los comentarios. Este se compone de un listado inicial de aquellos textos antiguos mediante los cuales se transmitieron los fragmentos (311-312), de un índice de léxico (312-314)—de extrema utilidad para cualquier estudio comparado de vocabulario dentro de la comedia griega—, de un index locorum con todos los autores discutidos (314-320) y de un index rerum con los principales temas y nombres propios tratados y desarrollados a lo largo del libro.
A modo de conclusión, digamos que esta edición de los fragmentos de Estratis debe considerarse, pues, como un libro consistente que logra recuperar a un autor olvidado por una tradición que, a pesar de discutir cada vez más los riesgos del “aristofanocentrismo”, todavía está muy lejos de poder proporcionar una imagen acabada del complejo género cómico de fines del s. V y comienzos del s. IV a.C., tanto en Atenas como en el resto del mundo griego. Eso, por sí solo, creemos que ya valdría suficientemente como prueba para sugerir una recomendación de lectura. Pero el trabajo de Orth va más allá, y debe ser bienvenido como un verdadero ejemplo a seguir. Debe ser leído con extremo interés, puesto que se trata de un trabajo científico, metodológicamente impecable, acerca de cómo corresponde analizar, desde la filología estricta y desde otras perspectivas vigentes en los estudios clásicos, el material fragmentario que—aunque poco y precario—la historia y sus vicisitudes nos han legado.
Notes
1. Heath, M. (1999) “Aristophanes and His Rivals”, G&R, 2 nd Series, 37 (2); 143-158; Harvey, D. & J. Wilkins (2000) (edd.) The Rivals of Aristophanes. Studies in Athenian Old Comedy, London.
2. La lista en este punto se torna extensa, pero —teniendo en cuenta su repercusión y la amplitud de sus planteos— podemos mencionar como puntos de partida para estos dos poetas los excelentes libros publicados respectivamente por I. Storey (2003) Eupolis. Poet of Old Comedy (BMCR 2005.02.44) y por E. Bakola (2010) Cratinus and the Art of Comedy (BMCR 2010.08.56), ambos editados por Oxford University Press.
3. Un buen ejemplo de este esfuerzo puede encontrarse en Belardinelli, A. M., O. Imperio, G; Mastromarco, M. Pellegrino & P. Totaro (1998) Tessere. Frammenti della commedia greca: studi e commenti, Bari. Un proyecto de investigación acreditado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología de España y dirigido por la Prof. Lucía Rodríguez-Noriega Guillén de la Universidad de Oviedo, se ocupa actualmente de relevar la bibliografía publicada sobre estos poetas actualmente menos conocidos de la comedia antigua; puede consultarse dicho relevamiento en el sitio web Estudios sobre la lengua de los cómicos griegos fragmentarios del s. V a.C..
4. Por ejemplo, Bernabé, A. & A. Ropero, “Un fragmento de Estratis”, Emerita 51 (1983), 129-130.
5. Nos referimos a las tesis, todavía inéditas, de Leonardo Fiorentini, Studi sul commediografo Strattide, dirigida por la Prof. Andrea Andrisano (Ferrara, 2008) y de Sarah Miles, Strattis, Tragedy, and Comedy, bajo la dirección del Prof. Alan Sommerstein (Nottingham, febrero de 2009). El texto de esta última tesis se encuentra actualmente disponible en el sitio web Nottingham eTheses. Agradecemos a la Prof. Rodríguez-Noriega Guillén habernos facilitado el acceso a estos textos.