La primera versión del Homeric Greek de Clyde Pharr vio la luz en 1920; tenía xlii + 391 pp. e ilustraciones. La segunda apareció en 1959 y la tercera, revisada por John Wright, en 1985. La revisión de Wright consistió básicamente en dos operaciones: la primera fue añadir entre corchetes cuadrados precisiones gramaticales, ya que Pharr contaba con que los usuarios habían estudiado latín y, por tanto, estaban familiarizados con conceptos gramaticales básicos, mientras que Wright prefirió que fuera accesible para estudiantes que no necesariamente tuvieran nociones de gramática latina. La segunda consistió en reducir las notas de contenido literario de Pharr, ya que, según la experiencia de Wright, las explicaciones literarias “tended to obscure the essential grammatical information contained in the notes” (p. xi de la edición de 1985), lo que representó la desaparición de las referencias literarias y por lo tanto, la reducción del manual al ámbito exclusivo de la gramática y la traducción. En todo lo demás se mantenía el texto de la primera edición, así como las ilustraciones y el diseño general.
Más de cinco lustros después de la tercera y casi cien años tras la primera, aparece esta cuarta edición. Con respecto a la original, ha perdido gran parte de la introducción, “Homer and the Study of Greek”, que parece haber sido considerada por la nueva editora, Paula Debnar, demasiado técnica para principiantes de hoy; esta edición también ha eliminado las ingenuas y preciosas ilustraciones, mientras que la tipografía se ha adaptado a los tiempos. A partir de la constatación de que muchos de los usuarios del libro no han estudiado nunca ni siquiera gramática inglesa, la cuarta edición aporta una amplia introducción sistemática a los conceptos gramaticales básicos y la terminología necesarios para aprender griego.
En el libro se discute el axioma de que debe ser el ático el que encamine los primeros pasos del estudiante de esta lengua y se defiende el valor del texto homérico, incluso para los niveles más elementales del aprendizaje del griego (pp. ix-x). Las pretensiones de la obra están claramente definidas y siguen siendo las de la edición original: facilitar a los estudiantes que comienzan el estudio de los textos homéricos un instrumento de trabajo que incluya tanto conocimientos gramaticales graduados como textos. Los métodos didácticos son absolutamente tradicionales (lo que en modo alguno quiere decir poco efectivos): aprendizaje de gramática y vocabulario, traducciones y versiones.
El libro se estructura en 77 lecciones, cada una de las cuales contiene preliminares de carácter gramatical y, en algunos casos, métrico, seguidos de secciones numeradas que se centran en las cuestiones que se van desarrollando. Sigue un vocabulario con los términos que aparecerán en el texto, al final del cual se mencionan palabras inglesas derivadas de las griegas. A continuación vienen los textos, que en los primeros niveles son frases sencillas en griego, después de las cuales se presentan otras frases en inglés para traducir al griego, con objeto de fijar las estructuras morfológicas y sintácticas de la lengua homérica. En las lecciones más avanzadas se incluyen textos más extensos, bien elegidos para cada lección, si bien los originales en verso van precedidos de versiones en prosa con contenidos muy similares. Las últimas lecciones se centran en la traducción y contienen ya sólo pasajes de Homero con un vocabulario introductorio y algunas notas.
Sirven de complemento a las lecciones tres capítulos finales. 1) Dos gramáticas: una, muy breve, del ático (pp. 263- 266), y otra homérica; ambas puramente descriptivas y en las que se procura presentar siempre paralelos en inglés de los diversos tratamientos. 2) Un vocabulario griego-inglés (pp. 381-413) y otro inglés-griego (pp. 414-425). 3) Un índice de términos que remite a las secciones de la Gramática (pp. 427-434).
Como ejemplo de cómo el original de Pharr ha sido adaptado en la cuarta edición puede mencionarse el caso de la Lección 26. En la edición de 1922 no llegaba a las 3 páginas completas (pp. 59 a 62) y ahora tiene 8 (pp. 119-126). El título “The optative mode” ha pasado a ser “The optative mood; indirect statement”. Las tres líneas introductorias han pasado a una página de preliminares. Los paradigmas que en la primera edición sólo figuraban al final, al que se remitía mediante un número, aparecen aquí incluidos en el texto y se han añadido las secciones 156 a, b y c (casi tres páginas) que explican el discurso indirecto. El vocabulario es idéntico y los términos ingleses que antes se tildaban de ‘Derivatives’ ahora se llaman más asépticamente ‘Related words’. Son prácticamente los mismos, si bien en la edición original aparecían con guiones separando los componentes (nost-algia, oneiro-mancy) y en la actual éstos han desaparecido. Las frases para traducir son las mismas, pero en algunos términos se han añadido entre paréntesis formas alternativas más comunes; por ejemplo tras ἐρείωμεν, aparece (=ἐρεύωμεν) y tras τελέσειε (=τελέσαι). Por último, en la sección 160, ‘Notes’, se han añadido precisiones gramaticales que no estaban en el original, como la indicación de que πλαγχθέντας es un participio de aoristo pasivo. En cambio, no están las acotaciones de carácter literario o cultural escritas por Pharr que aparecían en el original y que fueron drásticamente eliminadas por Wright, como la explicación de μάντιν ἐρείομεν: “when an insoluble difficulty of any kind arose among uncivilized peoples, it was customary to consult a specialist in theology, a priest, a prophet, or any one to whom the lord had revealed his will directly or indirectly, as through dreams”. En suma; se ha intensificado de manera notable la vertiente gramatical del original en perjuicio de las referencias al contenido, que han desaparecido completamente.
Se trata, por tanto, de un “clásico” que se ha visto sucesivamente renovado y que ha sido adaptado a los estudiantes de hoy día. Conserva las virtudes de una aplicación correcta, clara y ordenada de los métodos tradicionales de aprendizaje de griego, lo que quizá a algunos resulte un poco anacrónico en una época en que los métodos de enseñanza de idiomas conceden mucho mayor predicamento al aprendizaje directo y al aporte de complementos visuales y en que la gramática tiende a relegarse a su mínima expresión. Con todo, estimo que puede continuar siendo útil para los estudiantes de nuestros días.