Este libro es una recopilación de trabajos presentados por distintos historiadores definidos por el prof. John Davies como “soft epigraphists” y “hard epigraphists”, es decir, quienes se definen como historiadores que utilizan, (re)interpretan y se basan en textos epigráficos y quienes son epigrafistas, expertos en la lectura, edición y cronología de inscripciones. La totalidad de los trabajos se presentó en la isla de Rodas para celebrar el 65 cumpleaños del profesor P.J. Rhodes en abril de 2005. El prof. Rhodes es autor de 19 libros centrados en el estudio de las instituciones políticas de las ciudades de la antigua Grecia y de las fuentes de información que aluden a ellas, como son las inscripciones y los textos de autores como Aristóteles, Tucídides y el Viejo Oligarca. Sus principales obras científicas, al igual que sus artículos publicados desde 1970 hasta la actualidad, aparecen enumerados en un apéndice al final del libro (pp.275-282).
Las editoras abren el libro con una lista de los ponentes, su actividad profesional y su campo de investigación; luego siguen los agradecimientos a personas y organismos que han posibilitado el encuentro en Rodas así como su posterior publicación, una lista de abreviaturas, y una breve y clara introducción. A continuación vienen las diferentes aportaciones y, al final, las publicaciones de P.J. Rhodes, los índices de autores y obras (pp.283-286), de inscripciones (pp.286-288) y el índice general (pp.289-301).
Las aportaciones son de excelentes historiadores de la Grecia antigua, conocedores de las fuentes literarias griegas y, además, con un dominio evidente de las fuentes epigráficas. Todas las contribuciones ofrecen una explicación, análisis, y conclusión extraídos de documentos epigráficos, salvo la firmada por S. Hornblower. El estudio de este último, “Thucydides and the Athenian boule“, un fino y sutil análisis del texto de Tucídides en el que justifica con acierto la sorprendente omisión del Consejo de los Quinientos en pasajes en los que el papel desempeñado por este órgano tuvo que ser necesariamente importante.
Los estudios restantes son a su vez reflejo del buen saber de sus autores, de la variedad de los temas abordados y de la metodología empleada, conducentes a relacionar la información que nos proporcionan los textos epigráficos con la de los literarios, y entrecruzarlas para obtener un conocimiento más exacto de la realidad histórica. En algunos de ellos, como el llevado a cabo por Mitchell, “The rules of the game: three studies in friendship, equality and politics”, se intenta matizar, definir con precisión el significado de los diferentes términos ( philiá philotes / philoi) que definen el concepto amplio de “amistad” dentro del contexto de la vida política de las polis de Grecia a lo largo de los siglos V, IV y de la época helenística. No siempre somos conscientes de la diferente utilización que se hace de las palabras que designan “amistad” e “igualdad” y de su evolución a lo largo de los años. Otro tanto cabe decir de los términos contemplados en el estudio titulado “Andragathia and arete” de Whitehead, en donde éste en consideración las inscripciones áticas más frecuentes, los decretos honoríficos, e intenta matizar el significado de ambos términos, tan íntimamente unidos: andragathia se relaciona más bien con valores físicos, de esfuerzo deportivo o guerrero, y estaría muy cerca de andreia (ausente de estos documentos).
En otras aportaciones, se analiza con resultados especialmente alentadores lo que los estudiosos denominan “epigraphic habit”, es decir, las costumbres y usos epigráficos de las las distintas regiones de Grecia, de cuyas diferencias los estudiosos extraen información de gran interés. Así sucede en “Nothing to do with democracy: ‘Formulae of Disclosure’ and the Athenian epigraphic habit”, a cargo de Sickinger. Contra lo que se podría pensar a priori, la fórmula conocida de los documentos públicos atenienses, según la cual el documento se publica para que todo el mundo pueda leerlo y sea accesible a cualquiera, no parece tener nada que ver con prácticas intrínsecas a la democracia. La gran mayoría de los documentos que la presentan son decretos honoríficos que premian la actuación de atletas vencedores o de determinados ciudadanos. Estos documentos ponen en evidencia valores como el honor, la competición, la reciprocidad, etc., que se remontan a un período arcaico, en todo caso anterior a la democracia, y que nada tienen que ver con ella.
De hábitos epigráficos también nos habla “The politics of an epigraphic habit: the case of Thasos” de Osborne, en donde se abordan las particularidades de los decretos de la isla de Tasos. El autor llama la atención sobre el hecho de que los primeros decretos de la isla hablen de las normas que deben mantener los que viven en ella y los que la visitan. Estas normas tienen que ver con el comportamiento de quienes elaboran y tratan el vino de la isla para salvaguardar su calidad, con determinadas prohibiciones en relación al culto de las divinidades, así como con reglas de urbanidad que deben mantener tanto los ciudadanos de Tasos como los xenoi. Curiosamente, las leyes no se centran en las obligaciones de los magistrados, como ocurre en Atenas. Los documentos son el reflejo en última instancia del especial interés de sus habitantes en abrirse al exterior, en ser un lugar atractivo para los viajeros, en tener un comercio exterior con un vino muy apreciado en Grecia.
Incluimos en este apartado el estudio de Matthaiou, “Attic public inscriptions of the fifth century BC in Ionic script”, quien aporta un conjunto de treinta documentos públicos atenienses de la segunda mitad del s. V a.C. hasta los años en torno a 420 a.C., escritos en parte o totalmente en caracteres jonios. De este conjunto puede deducirse con verosimilitud que la implantación de la escritura jonia se llevó a cabo progresivamente en Atenas. Empezó en los demos y entre la población rural, y poco a poco fue asentándose en la ciudad a lo largo de la segunda mitad del siglo V a.C., es decir, bastante antes de lo que usualmente se admite. Este cambio estaría íntimamente unido, según Matthaiou, al que se estaba produciendo en la pronunciación de algunos sonidos del dialecto ático, “especially in the vowels and the double consonants”. La nueva pronunciación acercaría el dialecto ático al jonio y justificaría la adopción de la escritura jonia. En la nota 37, Matthaiou sugiere que los cambios de población en la región del Ática como consecuencia de la guerra del Peloponeso, en concreto la llegada de extranjeros y de la población rural a la ciudad, pueden explicar estos cambios en el dialecto y en su escritura. La hipótesis resulta sugerente, aunque quizá merecería un estudio específico.
En otros aportaciones del libro se estudian documentos epigráficos bien conocidos. “A note on Agyrrhios’ Grain-Tax Law of 374/3 BC”, de Hansen, presenta una profunda discusión de un documento de dificultad innegable procedente de Atenas. El autor defiende la idea de que la ley regula el transporte del grano y las disposiciones reguladoras almacenamiento una vez completada la recaudación de la dodecate (doceava parte) en cada una de las islas.
Otro tanto cabe decir en el caso de “The Gadatas letter” de Tuplin, defensor de la autenticidad de la famosa carta de Darío dirigida a Gadatas, un documento que pertenece al s.II d.C., pero que se basa posiblemente en un original del s.VI a.C. Los argumentos que Tuplin esgrime están sustentados en el análisis del contenido de la carta, en su forma lingüística, así como en la historia del documento.
Worthington, en “IG ii 2 236 and Philip’s common peace of 337″, estudia otro documento epigráfico famoso, la inscripción que habitualmente se considera como una copia ateniense de la paz de Filipo en 337 a.C. Se trata, según la communis opinio, del documento más antiguo que conservamos sobre esa paz. Sin embargo, Worthington sugiere que el contexto histórico podría ser distinto: en concreto, el tratado entre Filipo y Atenas al finalizar la guerra de 340-338 entre ambos.
Makres incluye en el volumen la publicación de una inscripción inédita en “Unpublished ephebic list in the Benakion museum of Kalamata”, un documento procedente de Mesenia y que data del s.II a.C. La inscripción es un catálogo de los nombres de los jóvenes de una determinada edad, los tri(e)t(e)irenes, es decir, los que han sido entrenados como eirenes durante tres años. Se comenta el nombre propio del magistrado epónimo, el sacerdote de Apolo Maleatas, así como el del gimnasiarco y el término que designa la edad de los jóvenes. Además, la autora defiende la idea de que la inscripción procede de la localidad mesenia de Asine, en la que se documenta el culto de Apolo Maleatas.
El resto de las contribuciones aborda el estudio de distintos aspectos administrativos, como es el caso de “The crowning of Amphiaraos” de Scafuro, cuya aportación se cierne a las diferentes ocasiones de coronación de dioses, héroes y mortales, y de su evolución a través de los tiempos, así como del significado preciso de la ceremonia de imposición de una corona a un mortal, particularmente en el caso del ateniense Fanodemo, deseoso de favorecer el santuario del dios Anfiarao de la ciudad de Oropo en la segunda mitad del siglo IV a.C.
La exención de impuestos es abordada por Rubinstein en ” Ateleia grants and their enforcement in the classical and early Hellenistic periods”, en donde se análiza la concesión de la ateleia a ciudadanos particulares, a determinados grupos sociales pertenecientes a una comunidad, o bien a la totalidad de ciudadanos de otras ciudades.
Resulta realmente atractivo el enfoque de Gouschin en torno a la aplicación del ostracismo en Atenas, en “Athenian ostracism and ostraka : some historical and statistical observations”. Gouschin ofrece un estudio sistemático que intenta discernir a qué políticos y qué regiones del Ática afectó en mayor medida esta drástica medida, cuándo se tiene constancia de que empezó a aplicarse, por qué se tardó en utilizar (20 años después de su aprobación) y qué posibles consecuencias se derivaron de ella. Quizá la más llamativa podría ser, en opinión del autor, la aparición de la apragmosyne, es decir, la ausencia de implicación de los ciudadanos en la gestión política de la ciudad.
Hay que mencionar asimismo la contribución de Dreyer, “City elite and the administration of the Attalid kingdom after the peace of Apameia—evidence, research and methodological thoughts”, en la que el autor aborda la situación social de las élites de las ciudades de Asia Menor bajo la hegemonía romana. Dreyer se centra en el caso concreto de la ciudad jonia de Metrópolis para dejar patente cómo se adaptan estas clases sociales a la nueva situación y consiguen mantener su poder local.
Por último, Davies nos proporciona una ventana abierta al futuro en “Writing Greek history: an agenda for the next generation”. El autor hace referencia al camino que queda por recorrer y deberán hacer las generaciones futuras de historiadores y helenistas. De entre los retos que se mencionan destacamos los siguientes: la necesaria reedición de algunos de los volúmenes de Inscriptiones Graecae, empezando por los números V (Laconia, Mesenia y Arcadia), VII (Mégara y Beocia) y XIV (Italia, Sicilia y regiones occidentales), la publicación del nuevo material epigráfico de algunas regiones como la Argólide o Macedonia, ediciones nuevamente comentadas de las Helénicas de Jenofonte, de Estrabón o de los discursos de Demóstenes, o la elaboración de diccionarios topográficos de las distintas regiones de Grecia (exceptuando la ciudad de Atenas y la región del Ática). Davies alude a proyectos en marcha de gran interés, cuyos resultados serán bien recibidos por la comunidad científica, como el emprendido por un grupo de investigadores de distintos países para llevar a cabo la reedición de los decretos y leyes atenienses del siglo IV a.C., posteriores a 403 a.C. ( IG II 2 publicado por Kirchner en 1913 y 1940).
De la lectura del libro quedan claras dos ideas principales. Por una parte, hay que seguir analizando los textos y profundizando en su estudio y no dar por inamovibles las interpretaciones de quienes los han abordado con anterioridad. El replanteamiento de problemas conocidos puede ofrecer nuevos puntos de vista y originar nuevas discusiones con resultados muy productivos. Resulta evidente, por otra parte, que los estudios de historia de Grecia antigua no pueden prescindir de la epigrafía y del análisis de los textos de las inscripciones griegas. Los historiadores no pueden ceñirse en exclusiva a los textos literarios, mientras que los epigrafistas no pueden conformarse con la simple lectura de los documentos.