Este libro tiene por propósito fundamental un estudio crítico, detallado y preciso, prácticamente palabra por palabra, de la cara A del bronce celtibérico de Botorrita I. Está organizado en torno a catorce capítulos básicos, cada uno de los cuales recoge un estudio muy especializado de cada uno de los sintagmas en que, según el análisis de la autora, puede ser dividida la cara A del bronce I. El estudio, pues, abarca la totalidad de la inscripción, aunque el análisis se detiene tres palabras antes de que concluya esta cara A, justamente cuando aparece el nombre de un magistrado. La razón de ello es que se considera que este nombre no forma parte de la estructura sintáctica del período, sino que debe ser integrado ya en la cara B. Estos catorce capítulos, de desigual extensión, van precedidos de un índice, de los textos de Botorrita I A, B y Botorrita IV y de una muy interesante y clarificadora introducción. Tras estos capítulos hallamos una tentativa de traducción del conjunto de la inscripción (aunque ya hemos encontrado traducciones parciales de cada uno de los sintagmas), unas abreviaturas bibliográficas, una bibliografía muy detallada y rica y, por último, un índice de formas citadas, que abarca formas indoeuropeas, celtibéricas, formas de otras lenguas célticas (galo, galés, antiguo y medio irlandés), formas latinas, formas de las otras lenguas itálicas (umbro, osco, véneto, sudpiceno), formas de otras lenguas indoeuropeas (griego, hetita, antiguo indio, avéstico, antiguo eslavo, lituano, gótico y antiguo alto alemán). Concluyen este índice formas de topónimos (tanto antiguos como modernos), antropónimos y teónimos.
Como es conocido de todos, la aparición en 1970 del bronce celtibérico de Botorrita, en las cercanías de la actual ciudad de Zaragoza, supuso una importante revolución en los estudios sobre las lenguas célticas antiguas, pues se trata del texto de mayor extensión de que se dispone. A esta primera inscripción Botorrita I, numerada K.1.1. en Monumenta Linguarum Hispanicarum, se han unido con posterioridad otros textos celtibéricos de considerable importancia procedentes de la misma zona (denominados usualmente bronce de Botorrita III, bronce de Botorrita IV). Todo este material, que supone el conjunto de textos más amplio de una lengua céltica antigua, ha suscitado desde un primer momento el interés de los investigadores y ha dado lugar a una historia de exégesis de los textos ya amplia, pero enriquecida notablemente en los últimos tiempos, en gran medida merced a los nuevos textos descubiertos. En esta historia de ensayos que intentan explicar de manera satisfactoria estos textos se inserta por derecho propio este libro de la profesora Prósper.
Estamos, sin duda alguna, ante un libro de gran importancia y trascendencia en esta historia, breve pero intensa, de los intentos de explicación de este texto fundamental. Hallamos, en efecto, que la autora está muy bien pertrechada de un conocimiento extenso y total del conjunto de ensayos sobre la inscripción y sobre la lengua celtíbera en general (Untermann, Beltrán, Tovar, Eichner, Eska, Meid, Rodríguez Adrados, Villar, Jordán, de Hoz, etc.) y propone una explicación que es, en muchos apartados, absolutamente novedosa. El método de trabajo es el único que parece posible en nuestro actual estado de conocimiento de esta lengua y con la escasez de documentación a nuestra disposición. La autora asegura, en la medida de lo posible en algunos casos, una lectura apropiada del texto, exenta de posibles errores (cuando existen algunas dudas la autora explicita con claridad las distintas posibilidades), segmenta el texto en períodos sintácticos a partir del reconocimiento de estructuras básicas (elementos subordinantes, verbos, sustantivos en nominativo como sujeto, en acusativo como complemento directo, etc.) y, a partir de ahí, intenta la explicación del significado de la palabra mediante una batería de procedimientos: (a) comparación con formas conocidas en otras inscripciones celtibéricas, (b) comparación con formas conocidas de otras lenguas celtas, antiguas o modernas, (c) comparación con formas de otras lenguas indoeuropeas, con especial atención a las occidentales (son aquí muy ricas y certeras las comparaciones con el latín y las restantes lenguas itálicas, particularmente osco y umbro). El resultado de todo ello es, en última medida, una propuesta de traducción de la totalidad de la inscripción que es bastante razonable, esto es, que tiene sentido completo, bastante coherente en la mayor parte de los casos. Estamos ante un texto regula, por mandamiento de un organismo de gobierno de las poblaciones de Tocoite y de Sarnicio, un territorio denominado Berkunetaka. Se establecen unas ordenanzas que regulan las posibilidades de construcción en los terrenos próximos a este territorio y las responsabilidades pecuniarias que se derivan de la explotación de tierras en sus inmediaciones y, en su caso, del incumplimiento de la normativa.
Para llegar a esta traducción, como hemos indicado más arriba, la autora tiene muy en cuenta todos los intentos que la han precedido, pero arriesga considerablemente en su propuesta de interpretaciones parcial o absolutamente nuevas. Son muchas las ocasiones en que ello sucede como su interpretación de TIRIKANTAM y de SUA en la primera línea de la inscripción, que cambia no ya solo el sentido de estos términos, sino la comprensión de toda la estructura sintáctica de la oración usualmente aceptada.
Naturalmente, en una obra de esta densidad y novedad, en la que aparecen muchas hipótesis absolutamente inéditas y muchas otras que suponen importantes matizaciones respecto de hipótesis anteriores, es absolutamente imposible que el acuerdo del lector sea total. Así las cosas, y dado el inevitable alto grado de desconocimiento de la lengua celtíbera y las limitaciones que, forzosamente, implica un método de trabajo como el que hemos glosado más arriba, tenemos la convicción de que una parte notable de las interpretaciones propuestas es errónea, pero tenemos también la de que una parte igualmente importante supone un avance respecto de intentos precedentes que, a nuestro juicio, incurrían en un número de errores mayor. Y es que, en el fondo de las cosas, parece que no puede ser de otra manera, en tanto no dispongamos de mayores instrumentos para el análisis, como podría ser la aparición de nuevas inscripciones (resaltamos aquí la gran importancia que ha tenido en la mejora de la interpretación de Botorrita I la aparición, a pesar de su mal estado, de Botorrita IV). Así, por poner tan solo algún ejemplo, consideramos muy brillante y refinada la nueva interpretación de TIRIKANTAM, pero no deja de inquietarnos en cierto sentido. Ciertamente, la aparición de la forma TIRIKANTOS en Botorrita IV parece haber excluido la posibilidad de un femenino de tema en -a o de un sustantivo temático y nos lleva de forma casi inequívoca a un sustantivo de tema en consonante, lo que puede ser un importante obstáculo para las interpretaciones propuestas hasta la fecha. Ello no obstante, la proposición por parte de la autora de un participio activo * dhrg-nt- de un verbo sacado de la raíz * dergh-, de significado “abarcar, recoger”, de donde supuestamente llegaríamos a “territorio”, supone forzosamente toda una cadena de hipótesis construidas sobre hipótesis: existencia misma de la raíz verbal y del participio con esas formas en celtíbero, interpretación de notación de las oclusivas sonoras, evolución semántica, etc. Además, sabemos que KANTOM aparece en el mismo bronce de Botorrita I y la autora ahí interpreta, a la manera tradicional, “cien”. Algo parecido cabe notar en cuanto a la interpretación precisamente de la palabra que sigue en esta primera línea a TIRIKANTAM, BERKUNETAKAM, en donde la autora recoge, con ligeras modificaciones la hipótesis repetida muchas veces de un supuesto resultado del indoeuropeo * perqu-, “encina”. Salta a la vista que esta aceptación supone serios problemas de orden fonético cuando se ha señalado previamente muchos ejemplos de desaparición de /p/ en este contexto. También existen problemas si se admite, como posibilidad alternativa, que el celtíbero, como otras lenguas célticas e itálicas, hubiera llevado a cabo una asimilación p. . . q > q. . . q, pues un resultado labial en inicial sería entonces imposible. Así, la autora, de una manera un tanto confusa a nuestro parecer, atribuye el resultado a que se trataría de un préstamo del celtíbero a otra lengua indoeuropea preexistente. Se trata, ciertamente, de una teoría conocida y en absoluto imposible, pero no se puede dejar de reconocer que cuando desconocemos realmente el significado concreto de BERKUNETAKAM recurrir a un préstamo de una lengua no precisada para salvar una etimología “brillante” puede parecer a algunos excesivo. Junto a ello hay que constatar que encontramos también toda una serie sufijal, – uno, – eta, – aka, en donde aparecerían dos sufijos de colectivo-abundancial. La autora propone ejemplos toponímicos españoles como paralelos de esta doble sufijación, pero los hechos, a nuestro parecer, no son iguales. Por último, la proposición de la presencia de la supuesta palabra * percunio, * percuno o algo similar en el topónimo actual Percuñal (Zaragoza), propuesta que remonta a F. Villar, no es muy verosímil, si tenemos en cuenta lo que parece la posible presencia del sufijo colectivo y abundancial -al, lo que apuntaría a un inequívoco origen latino-romance. Otro último ejemplo en una lista que sería muy larga es el del término OTANAUM (BB I.4) en el sintagma KANTOM SANKILISTARA OTANAUM TOKOITEI que la autora interpreta como gen. pl. de un tema en -a con un significado parecido a “multa”. Para llegar a esta posibilidad que, insistimos, no es absolutamente imposible, es preciso que se niegue la existencia de una forma OTENEI en BB IV, aunque la lectura usual es ARANTI: OTENEI. Ciertamente, la existencia de OTENEI junto a OTANAM parecería indicar que la vocal tras la dental es muda, esto es, una mera convención gráfica de un sistema de escritura que plantea grandes dificultades, y la única manera de entender una coexistencia de una forma en -AUM y de otra en -EI en lo que parecería el mismo radical sería entender que se trata de una forma flexionada por género, esto es, un adjetivo o un pronombre. La autora, en contra de un consenso relativamente amplio que apunta en esa dirección, entiende que en BB IV hay que leer ARANTIOTENEI como una sola palabra, con lo que desaparecería la supuesta relación. A continuación, una vez desvinculado el término OTANAUM del falso **OTENEI se propone * potHnó – a partir de la conocida raíz indoeuropea * pet-, *pot-, *pt-, “caer”. Partiendo de un significado “lo que cae” se entiende que aquello que “recae” o se precipita sobre uno puede ser bien un castigo, una multa. Como hemos indicado más arriba, cada uno de los escalones que esta hipótesis tan compleja requiere, entendido aisladamente, es relativamente verosímil, pero todos ellos, entendidos como una unidad, no nos lo parecen tanto.
Naturalmente, se podrían poner aquí muchos ejemplos de este tipo y otros en los que las hipótesis propuestas nos parecen más verosímiles, pero creemos que los ejemplos aducidos pueden ser suficientes, junto con nuestras consideraciones más generales, para hacerse una idea cabal de este libro. Puede concluirse afirmando que se trata de una obra densa, compleja y sumamente cuidada en todos sus aspectos, incluyendo el tipográfico. En ella se expone toda una teoría de conjunto que aúna y supera en muchos casos todo lo que teníamos hasta la fecha sobre este importante texto. Como no podía ser de otra manera, no creemos que sea una obra definitiva, pero supone sin duda alguna una contribución muy importante, que habrá de ser referencia insoslayable para todo aquel que tenga como objeto de estudio la lengua celtibérica o las lenguas indoeuropeas más en general. Probablemente habremos de esperar todavía mucho para que haya argumentos de peso que confirmen o desmientan tajantemente las teorías expuestas en esta obra, pero mientras tanto este trabajo será de gran utilidad en el progreso de nuestro conocimiento de la lengua celtibérica, un patrimonio cultural de España que se nos desvela cada día más interesante y rico, en gran medida gracias a libros como el presente.