La obra que reseñamos surge como homenaje a la trayectoria profesional del profesor Juan Francisco Rodríguez Neila y es el resultado de la compilación de las principales novedades científicas llevadas a cabo por expertos en el campo del estudio de las elites romanas. Esta recopilación, coordinada por los profesores Antonio Caballos Rufino y Enrique Melchor Gil, da una visión global de aquellos aspectos concernientes a las elites del orbis Romanus; abarca desde la identidad de estos segmentos sociales hasta el uso de materiales de prestigio como el marmor. Los editores han realizado una obra de gran rigor científico, con una organización interna compacta y coherente, compuesta por tres grandes bloques temáticos: 1) Identidades y valores, 2) Movilidad, funcionalidad y relaciones de las elites y 3) Las elites en el marco municipal. Son los campos temáticos representativos del Grupo de Investigación ORDO (Oligarquías Romanas De Occidente), de reconocido prestigio nacional e internacional, que tiene como línea de investigación principal el estudio de las capas sociales superiores.
Una obra así era muy necesaria y los resultados la han convertido en referencia para el estudio de los procesos de promoción, consolidación, movilidad, articulación y uniformidad en la sociedad romana, siempre enfocada esta compilación desde la perspectiva de la elite romana, tanto itálica como de las provincias. La obra hace hincapié en la importancia de los principales sectores sociales provinciales, como medio por el que Roma se apoya para ejercer el control en los diferentes territorios del estado, tanto en época republicana como imperial.
Como se advierte en el primero de los bloques temáticos, Identidades y valores, la identidad adquiere gran importancia, como se puede ver en el trabajo de Fernando Wulff sobre identidades y pertenencias en la Italia del siglo I a.C. En la misma, Wulff hace una crítica a las nuevas perspectivas sobre identidades centradas en la autopercepción y muestra la problemática del término itálico en las fuentes clásicas, al aparecer mencionado en ocasiones en contraposición con el de romano y en otras como una denominación que engloba a todos los habitantes de la Península Itálica. Raúl Buono-Core trata los aspectos relativos a la guerra y a la diplomacia en la República, censura la visión bélica de Roma y resalta la influencia griega en la diplomacia romana. Buono-Core muestra la acción diplomática de Roma como agresiva entre el inicio de la República y la toma de Veyes, debido a la presión de las poblaciones vecinas sobre la misma y a su intento de hegemonía. En este trabajo cobran importancia las relaciones de Roma con las comunidades vencidas y la preferencia por las relaciones de clientelas.
¿Existieron valores y elementos propiamente romanos? Es una de las cuestiones planteadas en la contribución de Francisco Javier Navarro, quien arguye que el pragmatismo de los romanos se aprecia en su asimilación de los elementos culturales de las poblaciones con las que entraban en contacto. Navarro muestra que además del pragmatismo mencionado existen varios elementos culturales propios de Roma como son la dualidad público / privado, el sistema de patronazgo y clientelas, y el concepto orbis terrarum. Cristina Jiménez nos presenta una fabulosa contribución sobre la percepción que tenían los romanos del juego, mostrando una doble perspectiva del mismo, la lúdica saludable y la relacionada con el vicio y la ludopatía. Jiménez resalta la importancia que daban los romanos a la moderación en la realización de esta actividad y lo importante que ésta era en las relaciones sociales.
El segundo bloque, Movilidad, funcionalidad y relaciones de las elites, comienza con la aportación de Alejandro Bancalari, quien estudia los viajes y desplazamientos en el Alto Imperio, centrándose en los viajes individuales de los emperadores, las migraciones y la forma de identificación de los individuos en el interior del mundo romano. De especial interés resulta el análisis de la libre circulación interior de los habitantes del Imperio, debido a las buenas conexiones existentes y a las múltiples formas de identificación. Siguiendo el hilo argumental de la obra, Anthony Álvarez se centra en la movilidad de las mujeres, cuyos traslados se realizaban mayoritariamente en compañías de alguno de sus allegados más próximos, principalmente por motivos laborales. Isabel Salcedo se apoya en las fuentes escritas para mostrar la importancia que tuvieron en la Antigüedad las relaciones de amicitia entre los miembros de la elite africana y entre éstos con los notables de la Vrbs. Salcedo muestra la importancia de las relaciones sociales como un gran mecanismo de promoción social, máxime si se contaba con el favor del emperador. Por su parte Carmen Castillo nos presenta las relaciones familiares de Séneca, entendidas al modo romano: parientes, amigos íntimos, libertos y esclavos de la casa. Su base argumental son las dedicatorias de los trabajos de Séneca y la importancia que tuvieron sus familiares en la Baetica hasta posiblemente finales del siglo II.
Eva Tobalina aporta a la obra un estudio sobre el Colegio de Pontífices en época Julio-Claudia, abordando las características, las funciones, la evolución cronológica, la composición, las relaciones de sus miembros y la importancia que tuvo en la ciudad de Roma. La participación de los miembros de la familia imperial y la imitación de la institución en las provincias hispanas, son las ideas fundamentales que adquieren mayor interés en este trabajo. En una línea afín el trabajo de María Díaz de Cerio afronta la participación de los senadores hispanos en el culto imperial y presenta los distintos sacerdocios como plataforma de ascenso social y de influencia política, así como constata la limitada participación de miembros hispanos del orden senatorial dedicados a este culto.
El tercer y último bloque, el más extenso y dedicado a los estudios relacionados con Las elites en el marco municipal, ofrece como primera contribución la del tristemente fallecido Gerardo Pereira-Menaut, en la que se plantea el papel de los distintos habitantes de la ciudad, las funciones que se ejercen en la sociedad y una breve explicación de la pirámide social romana. Joaquín L. Gómez-Pantoja y el también fallecido José-Vidal Madruga han analizado unas inscripciones funerarias que nos muestran las relaciones entre las elites lusitanas y béticas, así como la presencia de una sacerdotisa del culto imperial en Norba. Con un estudio de tres fragmentos epigráficos inéditos, procedentes del teatro de Itálica, interviene en la obra Antonio Caballos. Dichos fragmentos son una placa votiva, una mensa y una inscripción honorífica a un poliónimo adscrito a la tribu Galeria. A la importancia del análisis histórico y epigráfico de Caballos se suma su interés por el soporte material, probablemente mármol de Almadén. Francisco Marco, Santiago Martínez y Juan Santos se centran en el lugar, las circunstancias y aspectos generales del ara de Roda de Eresma (Segovia). Los símbolos astrales y arbóreos presentes en la pieza se interpretan como pervivencias de elementos culturales y religiosos celtibéricos en época imperial. A su vez, Isabel Rodà y Hernando Royo llevan a cabo un análisis arqueométrico sobre la producción del fabricante de tegulae L. Herennius Optatus. Aunque su análisis está limitado por la falta de muestras de referencias de pastas de tejas y por la diversidad tipológica, Rodà y Royo deducen que dicha producción cerámica no procede de un mismo lugar.
Sabine Lefebvre elabora un estudio sobre los formularios epigráficos funerarios relacionados con la concesión de un locus sepulturae, que se daba en Roma y en el resto de Italia, y que posteriormente se extendió a las provincias, gozando de un gran éxito en la Península Ibérica. Los notables de las provincias imitaban la forma de vida romana y constataban de esta forma la integración cultural. Respecto al tema de la distribución de las adscripciones de las 35 tribus romanas en el Imperio, Donato Fasolini realiza una aproximación breve y concisa. Su utilización de una base de datos informática de adscripciones tribales es una innovación gracias a la que obtiene resultados interesantes referidos tanto al Imperio como a las provincias hispanas, como es la proporción aproximada de las distintas adscripciones tribales en el mundo romano. Tema de plena actualidad es el presentado por Rosario de Castro-Camero sobre la responsabilidad de terceras personas por la gestión del patrimonio público. La autora pone de manifiesto la existencia de un sistema de protección de la comunidad ante la insolvencia o incapacidad de los responsables públicos: Los magistrados respondían con sus bienes, pero de no poder hacer frente a las obligaciones del cargo por las causas mencionadas la responsabilidad recaía sobre el pater familias, fiadores y herederos; en un segundo nivel respondería el magistrado proponente que había aceptado las garantías presentadas y por último existía una responsabilidad del magistrado colega en el cargo. En cuanto a las estrategias instauradas por las elites locales como garantes del orden en sus comunidades, Robert C. Knapp muestra el empeño por evitar a toda costa la intervención del poder imperial y garantizar su autonomía.
Serena Zoia realiza un estudio sobre la auto-representación de las elites en los epígrafes de Mediolanum, comunidad con pocas menciones epigráficas a senadores y caballeros, y muchas a la elite económica. Enrique Melchor prosigue con el patronazgo cívico en la Hispania augustea, mostrándonos una amplia mayoría de patroni senatoriales y vinculados al emperador. La implantación y adaptación de la edilidad en Hispania es el tema tratado por Antonio D. Pérez, en el que se recalca la importancia que tuvieron las instituciones indígenas de las comunidades precedentes y su adecuación al modelo romano. M ª Cruz González y Estíbaliz Ortiz se centran en las elites locales de la Citerior, concretamente en la figura de M. Iulius Serenianus, que ocupó el flaminado provincial, fue ascendido a caballero y fue homenajeado por el concilium provincial. Consideran que pudo pertenecer a la elite imperial, pero faltan testimonios que lo corroboren. Las elites locales de las Asturias romanas son estudiadas por Narciso Santos, desde la perspectiva de los gobernantes asignados a lugares sin mucho interés para Roma. Teoriza sobre la posibilidad de que se tratasen de miembros de las aristocracias locales bajo la permisividad de Roma. Las elites de las Baleares son vistas por María Luisa Sánchez en el espacio cronológico de los siglos I y II d.C. y en el marco social de la relaciones de amicitia.
Susana Marcos lleva a cabo un estudio sobre las elites en la Lusitania, mostrando la importancia de la presencia de itálicos en la expansión de la cultura, al reproducir los modelos romanos, y la importancia de una red de relaciones para asegurarse una posición social elevada. Cristóbal González realiza un trabajo sobre Guadix, con el ius italicum, y sobre el dios celta Netón, asimilado a Marte. Mariano Rodríguez y Javier Salido realizan un estudio sobre el uso del marmor por las elites de Clunia, centrándose en la caliza de Espejón. Muestran que este material fue utilizado para revestimientos en opus sectile y que tuvo una difusión mayor de la que se consideraba. A pesar de la existencia de una variedad muy similar al giallo antico, no consideran que se trate de un material de sustitución.
Como conclusión cabe afirmar que esta magnifica obra actualiza y compendia los temas fundamentales relacionados con el estudio de las elites en la pars Occidentalis del Imperio. Al mismo tiempo abre nuevas vías y planteamientos teóricos para los que la investigación posterior debe buscar respuesta. A la vista de estos resultados, es de justicia agradecer a los editores de la obra el rigor científico que han dado a ésta, así como también felicitarlos por el logro de una edición tan cuidada y atractiva.