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Las veintitrés contribuciones que componen el homenaje a Isabelle Ratinaud-Lachkar se organizan en cuatro secciones temáticas centradas en torno (1) al trabajo metalúrgico y el objeto de prestigio, (2) el estudio y análisis de las prácticas funerarias de las elites y sus representaciones, (3) la ciudad y, finalmente, (4) el viaje y el contacto cultural. Secciones que, salvo la tercera, encuentran su reflejo en las tres primeras palabras del título del libro que, a modo de palabras-clave, retoman las directrices desde las que Isabelle Ratinaud-Lachkar había planteado el programa de investigación sobre el metal en la Grecia Arcaica presentado en 2007-2008 al Institut Universitaire de France, tal y como indican los editores del libro en su introducción (p. 13). Estamos, por tanto, ante una obra de extensísima temática cuyos contenidos todavía se amplían más debido al inmenso arco temporal, de Homero a la actualidad, y al carácter interdisciplinar de sus contribuciones.
El libro, pese a esta organización interna, resulta en conjunto un tanto disperso. Esto se debe, en gran parte, a la incorporación de estudios ajenos al mundo antiguo. Estos trabajos, pese a encuadrarse temáticamente dentro de los cuatro ámbitos que articulan la obra, restan coherencia al conjunto, principalmente porque se alejan de la finalidad última de la línea de investigación trazada por la autora homenajeada: captar el simbolismo que se esconde tras cada uno de dichos ámbitos y actividades. Objeción que, creo, resulta evidente con una simple exposición de la temática y encuadre de dichos capítulos dentro de cada una de las partes de la obra. Para el ámbito de la metalurgia, Ghermani estudia la importancia del objeto metálico en el inicio del coleccionismo de antigüedades en la Alemania de inicios del Renacimiento, mientras que Judet analiza la historia y el declive de la minería y la industria siderúrgica de la Basse Maurienne entre los siglos XIX y XX; las contribuciones dedicadas a la ciudad se centran en el trabajo de Taddei sobre el proceso de creación del “mito” de Florencia como una nueva Atenas en la Italia renacentista y el análisis de Coulomb sobre el género literario del elogio a la ciudad, de origen helénico pero, en este caso, enmarcado dentro del contexto histórico-cultural de Francia entre 1640 y 1780; la temática centrada en el viaje sirve de excusa para la incorporación de los trabajos de Deflou-Leca sobre la carrera monástica y la actividad reformadora de Heldric, un abad de origen italiano reformador secundario de la orden de Cluny en el siglo X; la aproximación de Martel-Thoumian al periplo de Ludovico di Varthema por Oriente y su visita a La Meca en 1503; el estudio de Delrieux sobre el descubrimiento de la Antigüedad y la tradición clásica en la época de la Ilustración a través del ejemplo de las descripciones de los restos de la antigua ciudad de Mylasa de Caria (la actual Milas, en Turquía); la presentación, en el capítulo firmado por Forlin, de las imágenes transmitidas por los intelectuales franceses en sus viajes a Italia con posterioridad al final de la Segunda Guerra Mundial; o la contribución de Lemonde sobre la práctica del exilio como condena por parte de los jueces en el Delfinado durante el siglo XIV.
Expuesta esta objeción, la obra, para el caso de las catorce contribuciones relacionadas con la antigüedad, reúne trabajos muy interesantes que, dada la temática de la BMCR y la extensión limitada de la presente revisión, son los que centrarán nuestra atención. En el caso de muchas de estas contribuciones sí que se aprecia esa coherencia interna que hemos echado en falta con anterioridad y que coincide con otro de los presupuestos de la investigación de Ratinaud-Lachkar: la consideración del estudio y análisis del material arqueológico como documento histórico que permite conocer la sociedad que lo produjo, en especial sus aspectos simbólicos e imaginarios.
En el apartado dedicado a la metalurgia se incluyen trabajos centrados en el estudio del imaginario helénico de dicha actividad, ya sea a través de una aproximación a su plasmación literaria o al estudio y análisis de objetos reales que remiten, igualmente, al ámbito de lo simbólico
Los capítulos de Rougier-Blanc y Létoublon tratan sobre el imaginario homérico. El primero pone de manifiesto la desaparición, en la poesía posthomérica, del modelo épico de vivienda divina, íntegramente construida en metal, y la pervivencia de la imagen homérica de la casa heroica cuyas paredes están adornadas con objetos metálicos. Ambos tipos de residencia se convierten, a través del templo y de la exposición de sus ofrendas metálicas, en el modelo de vivienda divina dentro del mundo real.
El estudio de las fórmulas homéricas con referencias al metal permite concluir a Létoublon que, en realidad, el mundo homérico fue una sociedad tecnológicamente basada en el hierro, no en el bronce, en la que, poéticamente, se hizo convivir a ambos metales. Este hecho, para la autora, podría explicar la creación, dentro del mito hesiódico de las edades, de una edad de los héroes que, desde el punto de vista de la tecnología metálica, permitía diferenciar al mundo descrito por Homero de la raza del período anterior, la edad de bronce, y de la realidad histórica contemporánea a Hesíodo, la raza de la edad de hierro.
La contribución de Villacèque se centra en el estudio del valor que la tragedia concede a los objetos de lujo y a la riqueza. Estos elementos, además de formar parte del tópico descriptivo del persa, sólo se presentan de manera positiva en el plano divino. En el plano humano, donde suelen actuar como desencadenantes de lo trágico, resultan funestos. Esta valoración negativa de la riqueza individual, en el plano del imaginario colectivo ateniense manifestado en la tragedia, potencia la idea de que sólo la riqueza colectiva, aquella de la que se beneficiaban todos los ciudadanos, era digna de ser glorificada.
Dentro de esta sección dedicada a la metalurgia podemos distinguir un segundo grupo de trabajos centrados en el estudio de realia que agrupa las contribuciones de Ekroth, Verbanck-Piérard, Cogan y Ferriès y Dalaison.
El estudio de Ekroth plantea la posibilidad de que el krateriskos, pequeño tipo cerámico argivo de posible uso ritual, cuya funcionalidad se ve dificultada por su tamaño y decoración, se haya podido desarrollar, al igual que sucede con otras formas cerámicas, gracias a influjos ajenos al ámbito de la cerámica, como, por ejemplo, los grandes calderos de bronce decorados con prótomos de animales.
Cogan intenta detectar el simbolismo común de los dos tipos de hidrias de bronce del Peloponeso: los trofeos, con inscripción, de los juegos Hereos de Argos y la pieza anepígrafa aparecida en una tumba femenina de Egio (Acaya). Este simbolismo deriva de la vinculación de la hidria con la purificación, como a la que se debían de someter los atletas, de ahí su uso como trofeo deportivo, y las situaciones de transición, en especial la muerte. Estas piezas también podían funcionar como objetos de recuerdo: las atléticas recordaban, a través del texto y del objeto, la victoria y el vencedor, hecho que explicaría su posible presencia en contextos funerarios. El ejemplar de Egio presenta unos valores simbólicos similares: el objeto ritual va relacionado con otra forma de transición, el matrimonio, y con la purificación, a través del baño ritual, de la muchacha en la víspera de la boda. Se trata, por tanto, del objeto que recuerda el paso más importante en la vida de una muchacha, su transformación en esposa y futura madre; de ahí su inclusión en el ajuar funerario.
El detallado análisis de la representación pictórica y de la iconografía del trípode en las decoraciones cerámicas de tema herácleo de Verbanck-Piérard permite precisar que su presencia en dichas escenas no es secundaria ni accesoria: dicho objeto, a través de su riqueza semántica y del papel que desempeña en múltiples contextos (como premio deportivo, recompensa por una hazaña, por su vinculación, como ofrenda, con los santuarios, etc.) se relaciona estrechamente con muchas de las temáticas típicas de Heracles.
El estudio del valor de la vajilla de lujo en la Roma de los siglos I a.C. – I d.C. realizado por Ferriès y Dalaison nos muestra cómo este objeto, pese a los cambios que vivió la sociedad romana en dicho período (“democratización” del uso del metal valioso y posibilidad de que los “nuevos ricos” pudiesen disponer de este tipo de piezas), siguió siendo un marcador del carácter aristocrático de su propietario, al unir, a su valor intrínseco, un valor simbólico, derivado de su correcto uso que sólo la elite podía conocer.
Los trabajos de Mariaud, Fröhlich y Piérart, las tres contribuciones sobre mundo antiguo del bloque temático dedicado al estudio de las elites, tienen en común la consideración de la tumba como mecanismo de representación de la ideología aristocrática.
Mariaud profundiza en el conocimiento de la estructura de la sociedad homérica a través de sus prácticas funerarias. Su revisión del registro funerario coetáneo a los poemas homéricos y el análisis de las prácticas funerarias épicas le permiten poner de manifiesto los problemas que plantea la aproximación entre ambos tipo de documentación. Como conclusión general, su trabajo demuestra la inexistencia de un modelo único de tumba y funeral homéricos: con el enterramiento heroico conviven otras formas mucho más humildes e incluso abundantes ejemplos de cadáveres insepultos. La incineración homérica y el ritual funerario heroico se presentan, así, como creaciones poéticas comprensibles desde la óptica de la sociedad descrita en los poemas y no como un reflejo literario de prácticas reales.
Fröhlich realiza una exhaustiva revisión de los enterramientos intra muros documentados en las ciudades helenísticas. Su objetivo es comprobar la supuesta generalización y banalización, desde época helenística, de una práctica que, en el mundo colonial griego de época arcaica y clásica, era un privilegio y un honor exclusivamente reservado a los fundadores de ciudades y a un reducidísimo grupo de individuos. Las conclusiones de su análisis parecen confirmar, precisamente, dicha generalización: entre los siglos II y I a.C. este tipo de enterramiento se hizo más frecuente, continuando, así, una tendencia iniciada con anterioridad y que aún se ampliaría más en época imperial. Fröhlich, pese a ello, se resiste a hablar de banalización pues siguió siendo una de las distinciones honoríficas más importantes de las ciudades helenísticas, reservada a ciudadanos excepcionales que, en cierto sentido, recibían, con ella, el estatuto de “nuevo fundador”.
La investigación casi detectivesca de Piérart pretende determinar la ubicación exacta de la tumba heroica de Foroneo en Argos a través del análisis de un reciente hallazgo epigráfico argivo, de la revisión de las noticias de las fuentes literarias y de la documentación y el material arqueológico.
La tercera parte, cuyo eje central es la ciudad, cuenta con una sola contribución vinculada con la Antigüedad: el capítulo, firmado por De Polignac, que se centra en mostrar cómo Tirinte fue, para el imaginario de Argos, una especie de contrapunto negativo, la representación de todos aquellos elementos, como las distintas formas de transgresión, la hybris o el salvajismo, que los argivos tenían que superar, evitar o controlar ritualmente para lograr que su ciudad sobreviviese.
La cuarta sección de la obra, dedicada al análisis del viaje y el contacto cultural, comprende los trabajos de Castiglioni, Martinez-Sève y Bertrandy.
El estudio de Castiglioni establece una posible relación entre las ofrendas de los Hiperbóreos a Delos y Ártemis. Aceptada la existencia histórica de dicho pueblo, dando así por buenas las noticias antiguas, Castiglioni rechaza la identificación de las ofrendas con el ámbar báltico, creyendo como mucho más probable que se tratase de primicias de cosecha. La vinculación entre estas ofrendas y unas vírgenes hiperbóreas, estrechamente vinculadas con Ártemis, le permite plantear la hipótesis de que no era Apolo sino su hermana la verdadera destinataria de las mismas. Esta hipótesis encuentra su ratificación, en su opinión, por la frecuencia de cultos a Ártemis en algunas de las principales etapas de la “vía hiperbórea”.
El capítulo de Martinez-Sève sobre el santuario afgano de Ai Khanoum ofrece un ejemplo de los fenómenos de interacción cultural sucedidos en la Bactriana helenística. Tras la arquitectura helénica del santuario, Martinez-Sève detecta un fuerte influjo local, incluso con influencias zoroástricas, que posiblemente también alcanzó a su principal divinidad, Zeus, bajo el cual, muy probablemente, se encontrase Mitra.
Bertrandy analiza cinco gentilicios latinos (Carvilius, Dupidius, Roccius, Salvidenius y Satrius), epigráficamente atestiguados en el área norteafricana de Cirta, que nos hablan sobre los movimientos de población y las situaciones de contacto cultural dentro del Imperio Romano. La documentación, en este caso concreto, parece remitir a la época de creación de la confederación encabezada por Cirta, con la llegada, con Publius Sittius y tras la victoria de César en 46 a.C., de inmigrados de origen italiano e hispano. Éstos últimos, junto con los portadores del gentilicio Satrius ya asentados en esta área con anterioridad (posiblemente como negotiatores), habrían contribuido a la rápida integración de la región de Cirta en el África proconsular y en el Imperio Romano.
Índice
“Le métal, ses artisans et les objets de prestige”.
Sylvie Rougier-Blanc, “Métaux et architecture dans les epopees homériques et la poésie grecque archaïque”.
Françoise Létoublon, “Les métaux dans les formules homériques et la chronologie des Âges”.
Gunnel Ekroth, “Between bronze and clay”.
Annie Verbanck-Piérard, “Le trépied d’Héraclès”.
Gwenola Cogan, “Les concours des cités, lieux d’échange et de diffusion”.
Noémie Villacèque, “Des palais éclaboussés d’or”.
Marie-Claire Ferriès, Julie Dalaison, “Métal et dignité: la vaisselle précieuse à Rome”.
Naïma Ghermani, “Le Métal dans les cabinets de curiosité allemands dans la seconde moitié du XVI e siècle”.
Pierre Judet, “Un déclin fatal? Trajectoire industrielle, territoire et société”.
“Les tombeaux et les Élites: pratiques et représentations”.
Olivier Mariaud, “Masses et élites dans les poèmes homériques”.Pierre Fröhlich, “Funérailles publiques et tombeaux monumentaux intra-muros dans les cités grecques à l’époque hellénistique”.
Marcel Piérart, “Le tombeau de Phorôneus et le culte des Épitélides à Argos”.
“La ville et ses renaissances, concepts et realia ”.
François de Polignac, “Tyrinthe, repoussoir imaginaire d’Argos?”.
Ilaria Taddei, “Florence au XV e siècle”.
Clarisse Coulomb, “Chantez la ville du Danaos…”.
“Les voyages et les contacts culturels: une expérience qui forge?”.
Maria Paola Castiglioni, “La ‘voie hyperboréenne’ et Artémis”.
Noëlle Deflou-Leca, “De l’Italie à la Bourgogne, la carrière monastique d’un aristocrate italien”.
Bernadette Martel-Thoumian, “Ludovico di Varthema, un italien à La Mecque (1503)”.
Fabrice Delrieux, “Les voyageurs des Lumières à la redécouverte de l’Antiquité”.
Olivier Forlin, “Les intellectuels-voyageurs français en Italie après 1945”.
Laurianne Martinez-Sève, “Les cultes dans le sanctuaire principal d’Aï Khanoum (Afghanistan)”.
François Bertrandy, “À propos de quelques gentilices de la ‘Confédération cirtéenne’ sous le Haut-Empire romain”.
Anne Lemonde, “Pratique du bannissement par les juges delphinaux au XIVe siècle”.