Si bien se han consagrado numerosos estudios a la arquitectura bizantina, las basílicas de este período aún aguardaban un estudio monográfico actualizado y sistemático. Según el mismo autor señala, el presente libro – originalmente un Habilitationschrift presentado en 2003 – se propone colmar una laguna de la erudición internacional. En efecto, Altripp presenta su obra como “einen ersten systematischen und am Befundmaterial orientierten Zugang” en el ámbito de las basílicas bizantinas, agregando que puede favorecer una nueva interpretación en la comparación entre edificios de planta central y longitudinal (“Zentral- und Längsbau”, 2). En la presente obra, Altripp decide ocuparse de basílicas construidas o remodeladas entre los siglos VII y XV, omitiendo las de los siglos VI y VII, que con justicia también podrían llamarse “bizantinas”. También el ámbito geográfico del volumen es acotado, ya que se ocupa no del imperio bizantino y áreas de influencia en toda su extensión sino principalmente de los territorios situados en las actuales Grecia y Turquía con sus respectivas islas y – en menor medida – el área sud-eslávica, a la que considera oportuno “gesondert zu betrachten” (6).
El libro comienza con una discusión del concepto de basílica: “Der Begriff ‘Basilika’ wird in der Regel als Bezeichnung für einen mehrschiffigen Bau angewandt” (1). El autor declara que tal caracterización es insuficiente, en la medida en que no provee ninguna información sobre el aspecto o la función de la edificación. Sin embargo, lo considera un punto de partida adecuado, ya que excluye la aplicación del término a edificios de una sola nave. En el presente libro, el término “basílica” se aplica por tanto solo al “mehrschiffige Bau”, nunca al “einschiffige”; los casos dudosos, como la basílica de dos naves o las construcciones con cúpula de nave plural, se tratan por separado. Altripp se enfoca ante todo en “die mehr- bzw. fast ausschließlich dreisschiffige Basilika mit allen Variationen, die sie im Laufe der byantinischen Zeit erfahren hat” (1).
El libro consta de seis partes de desigual longitud. La primera es una brevísima introducción (1-7). La segunda, con mucho la principal, se intitula “Die Basilika in byzantinischer Zeit” (8-145). Esta primera parte, a su vez, está compuesta por ocho secciones. La primera estudia las grandes basílicas bizantinas (8-21), la segunda las medianas y pequeñas (19-39). Dado que, como Altripp señala (19), las grandes basílicas muestran con claridad las particularidades de las basílicas más pequeñas y las de tipos especiales (“Sondertypen”), aquellas reciben un estudio más detallado. Cabe subrayar aquí que, si bien se construyeron grandes basílicas en los períodos temprano y medio-bizantino, ninguna se registra en el bizantino tardío. La tercera sección, brevísima, se ocupa de las basílicas tardoantiguas en el período bizantino (39-41), especialmente para poner de relieve la relación entre las construcciones de planta central y longitudinal, de las cuales esta última, tradicionalmente considerada típica del Tardoantiguo, resulta necesaria para comprender la basílica bizantina en su dimensión diacrónica.
La cuarta sección de la primera parte (41-63) estudia los “basilikalen Sondertypen”, a saber, aquellas construcciones “die weder im Ursprung noch durch Umbau einen ‘reinen’ basilikalen Bau dargestellt haben” (41). Esta definición sugiere que aquí se abordarán edificios que no son ‘puramente’ basilicales. Poco después, sin embargo, se menciona la necesidad de diferenciar estos Sondertypen “von den eigentlichen Basiliken” (41). En esta segunda formulación, por ende, se sugiere que los “basilikalen Sondertypen” no son, en rigor, basilicales, pues deben diferenciarse de las basílicas propiamente dichas. La cuestión de si los Sondertypen conciernen edificios que no son “puramente” o “propiamente” basílicales queda zanjada por un recurso metodológico: Altripp considerará basílicas – y por ende tratará en esta sección – aquellos edificios que mínimamente cuenten con tres naves, aunque carezcan de otras características distintivas.
La quinta sección (63-72) se centra en los “verwandten Bautypen”, es decir en aquellos que, pese a tener algunos rasgos en común con la basílica, no pueden ser considerados basilicales. El primer subtipo que el autor menciona es el de los “zweischiffigen Bauten”. Estas construcciones, por ende, no pueden ser llamadas basílicas; coincidentemente, Altripp afirma en n. 53 que la Kefeli Mescidi en Estambul nunca habría tenido una tercera nave “und daher nie ein Basilika gewesen sei”. En la primera página del libro, en cambio, se sugiere que ciertos edificios de dos naves sí podrían ser considerados basilicales, y que la cuestión “wird am Fallbespiel zu klären sein”. No resulta claro si, en la perspectiva de Altripp, un edificio de dos naves puede ser considerado, al menos en algunos casos, basilical.
La sexta sección estudia los “Neu- und Umbauten” (72-99), mientras la séptima se ocupa de “Architektonische Formen und Ausstattung” (99-133). Estas dos secciones completan información sobre las ya mencionadas basílicas grandes, medianas y pequeñas, estudiadas en la primera y la seguna descción del libro (8-39, descriptas supra). Así, verbigracia, referencias a la basílica Koimesis de Kalambaka aparecen desperdigadas en las páginas 16-17, 19-20 (segunda sección), 40 (tercera sección), 74 (sexta sección), 102-103, 105, 108, 110 y siguientes, 119, 121, 127 (séptima sección), etc. El lector interesado en esa basílica deberá por consiguiente unir las piezas de un puzzle a lo largo de estas páginas. Esto lleva a la pregunta acerca de qué tipo de lectura recibirá un libro como éste: ¿se lo leerá de la primera página hasta la última, o más bien lo consultarán estudiosos de las basílicas individuales? Si, como es de esperar, se favorece la segunda opción, quizá habría sido conveniente ordenar las basílicas una a continuación de la otra, como entradas de enciclopedia, precedidas por una introducción histórica y sucedidas por una conclusión de síntesis.
Esto conduce a lo que tal vez sea la carencia más visible del volumen: no hay ningún índice de lugares o edificaciones, si se excluye el de las 92 basílicas bizantinas de las que además provee ilustraciones (sobre ellas, véase el último párrafo de la presente reseña). Esto es de lamentar, porque la información presentada ocasionalmente sobre otros edificios suele ser de gran interés. Así, y por no dar más que un ejemplo, el lector interesado en la iglesia Koimesis de Kallithea no encontrará en el índice referencia alguna a la discusión detallada y precisa que Altripp brinda en 42-43. Falta asimismo un índice de autores y de temas.
El lector también podría esperar una relación más detallada de las fuentes primarias. Estas, sin embargo, faltan casi por completo. En 40, verbigracia, Altripp señala que de la basílica de Ioannes en Éfeso se relata que en el siglo X todavía se hallaba en buen estado; pero no indica en qué autoridad se funda esta información ni cita el texto griego pertinente. En la misma página indica sobre la basílica de Veria que su “Neuerrichtung durch Bischof Niketas inschriftlich für das Jahr 1078 bezeugt ist”. Pero no aporta referencias a las fuentes primarias que sirven de sustento a tal afirmación. Análogo es el caso del excurso en el que el autor menta la basílica en la Vita de Nicón de Creta (141-142). Allí provee una larga cita de la traducción inglesa de dicha obra, llevada a cabo por D.F. Sullivan. Pero, ¿qué autoridad tiene la traducción inglesa? ¿Por qué no citar el original en griego o, en su defecto, proveer de una traducción en alemán? Nótese de paso que Altripp cita los Quaestiones et dubia de Máximo el Confesor de acuerdo a la Patrologia Graeca, omitiendo cualquier referencia a la edición crítica de J. Declerck.
La segunda parte del libro está consagrada a la función de la basílica bizantina (146-166). La primera sección (146-157) se propone evaluar la relación entre las basílicas y las sedes episcopales. Altripp observa en primer término que “mit wenigen Ausnahmen alle Orte mit großen Basiliken zugleich Sitz eines Bischofs waren” (146-147) y concluye que “man für Bishofsbauten den basilikalen Bautypus bevorzugt hätte” (151). Lleva a término su apreciación con una observación estadística: 13 grandes basílicas (sobre un total de 17) eran edificios episcopales, junto a 15 medianas y pequeñas (sobre un total de 78); frente a estas 28 basílicas, contabiliza 19 edificios episcopales de planta central, aunque sin pretensión de exhaustividad (155). Con todo, sus conclusiones hacen poco más que confirmar la tesis de Katsaros, “daß Bischofskirche häufig basilikal gewesen seien, wobei dies nicht absolut, sondern in Relation zu den Zentralbauten zu sehen ist” (157).
La segunda sección estudia “Die episkopale und die monastische Funktion”. Ante todo, Altripp destruye la suposición, defendida por otros eruditos, de una correspondencia entre liturgia y forma arquitectónica: tanto la basílica como la iglesia de planta central puede ser adecuada a cualquier tipo de liturgia. La liturgia, en efecto, “hat diese Bauform [i.e. die Kreuzkuppelkirche] nicht vorgebracht, sie ist vielmehr sowohl in einem longitudinalem als auch in einem zentralen Bau durchführbar” (161; cf. 160). Al mismo tiempo, señala que la iglesia de planta central es “ideal für das Zusammenkommen im Gebet” (161), que tiene connotaciones simbólicas diferentes de las de la basílica (158), que se corresponde a las necesidades de los claustros (158) y que probablemente responde mejor a las expectativas de los obispos de proveniencia monástica (159). Estas tesis son en parte una sistematización y en parte una reformulación de autores previos, en particular R.F. Taft y C. Mango; vale mencionar la curiosa omisión en la obra de Altripp de la Byzantine Architecture de este último autor.
En la tercera y última sección, “Die Stiftungen” (162-166), retoma su tono dubitativo en torno a la posibilidad de que se haya preferido a la basílica el “Zentralbau wegen seiner angeblich besseren Kompatibilität mit der byzantinischen Theologie im allgemeinen und der Liturgie im besonderen” (163). De todos modos, aquí como en las demás secciones, las discusiones sobre fuentes teológicas y litúrgicas son esporádicas y poco sistemáticas; véase al respecto la fugaz referencia a pseudo-Dionisio Areopagita en la sección anterior (162).
La cuarta parte inspecciona la relación estadística entre edificios de planta longitudinal y central (167-171). La quinta, “Ergebnis” (172-176), resume los datos avanzados a lo largo del libro. Cabe señalar que hay escasas conclusiones sobre las basílicas en su relación con la arquitectura general, el contexto socio-político o la historia intelectual del período. Este libro, en efecto, es sobresaliente en aspectos analíticos, al estudiar en detalle basílicas individuales y en ocasiones insuficientemente conocidas; la síntesis, que no parece ser su objetivo, recibe menos atención. La sexta parte es un “Katalog” de 92 basílicas. Siguen una bibliografía, un índice de ilustraciones y un índice que reseña las apariciones de las 92 basílicas del Katalog en el cuerpo del texto.
Así como la carencia de un índice general probablemente sea el mayor desacierto del presente volumen, el apéndice final, con fotos y planos de las 92 basílicas bizantinas del Katalog (en 125 tablas), es quizá su aspecto más sobresaliente. Los planos han sido realizados en computadora por Altripp sobre la base de otras publicaciones. Por su parte las fotos, en blanco y negro, han sido tomadas en su totalidad por el autor, que da así testimonio de su largo trabajo de campo y exhibe su conocimiento de primera mano de las basílicas que estudia. Este apéndice, invaluable para el público al que presumiblemente está dirigida esta obra – historiadores de la arquitectura y del arte –, será de inmenso interés también para los historiadores y bizantinistas, así como para el lector general. En una palabra, y pese a las críticas ocasionales que se hayan realizado en esta reseña, la presente obra es una aportación extraordinaria al campo de la arquitectura bizantina y se convertirá en el futuro en una referencia insoslayable.