Como es sabido, la erupción del Vesubio del año 79 supuso una terrible catástrofe para los habitantes de la fértil bahía de Nápoles, cuando la por entonces considerada montaña reventó y comenzó a vomitar de sus entrañas grandes cantidades de material volcánico que, tras varios días, acabaría sepultando varias poblaciones y villas del entorno. Después de esto, llegarían los saqueadores cavando agujeros para llevarse los objetos valiosos abandonados y, por último, un largo olvido hasta que en el siglo XVIII comenzaron a encontrarse restos antiguos en diversos parajes, que, posteriormente, serían identificados con lugares del mundo clásico, como Pompeya y Herculano, ciudad esta última que estudia este libro, cuyos contenidos comentamos a continuación.
Tras las pertinentes cuestiones introductorias (pp. iv-vi) (página de agradecimientos, lista de fechas más relevantes en la historia de Herculano, y enumeración de las abreviaturas y convenciones más habituales en el texto) encontramos el cuerpo del libro, distribuido en nueve capítulos que siguen un hilo cronológico desde el descubrimiento en el siglo XVIII hasta la actualidad. Cada uno de estos capítulos está dividido, a su vez, en varios epígrafes que marcan la transición de un tema a otro.
El primer capítulo (The Discovery, pp. 1-20) trata sobre los primeros descubrimientos en la zona, antes y después de saberse que la ciudad escondida se llamaba Herculano. Brian Brennan describe las primitivas excavaciones realizadas a través de túneles y explica cómo todo ello impacta en la mentalidad de la época. Entre estos hallazgos se encuentra también la llamada Villa de los Papiros, la famosa y lujosa construcción situada a las afueras de Herculano, a la cual el autor volverá más adelante.
Poco a poco, el enclave fue cobrando celebridad hasta convertirse en parada obligatoria de aquellos primeros turistas que eran esa élite viajera que realizaba el Gran Tour. Esto es lo que nos cuenta el segundo capítulo (The Grand Tour, pp. 21-40), en el que vemos desfilar a ilustres visitantes de varias nacionalidades (británicos, franceses y alemanes), que dejaron por escrito sus impresiones sobre los restos descubiertos.
El capítulo tercero (The First Open-Cut Excavations, pp. 41-53) nos habla de la evolución de los métodos de excavación, ya en el siglo XIX. Los arqueólogos abandonan el insalubre sistema de túneles y comienzan a aplicar otros métodos más racionales y sistemáticos. Entre las aportaciones de los arqueólogos de esta época, destacan las realizadas por el italiano Giuseppe Fiorelli.
En el capítulo cuarto (Maiuri & the New Excavations, pp. 54-73) podemos leer la importante labor que realizó el arqueólogo Amedeo Mauri durante el segundo tercio del siglo XX, así como las vicisitudes por las que atravesó el yacimiento durante los años del fascismo y de la posguerra. Como señala el autor al final de este capítulo, Maiuri nos descubrió, prácticamente, el Herculano que podemos contemplar hoy en día, es decir, una extensión de 4,6 hectáreas. Se estima que la antigua ciudad abarcaría 14 hectáreas y albergaría hasta 5.000 habitantes.
En este punto, tras este recorrido histórico en el que Brian Brennan ha expuesto los principales avatares de toda índole (técnicos, metodológicos, políticos y muchos más) por los que ha pasado el yacimiento desde su descubrimiento hasta los años sesenta del siglo XX, el autor pasa a tratar varios temas que tienen que ver más con la interpretación y significado de lo excavado hasta ahora.
En el capítulo quinto (Herculaneum victims of Vesuvius, pp. 74-95) se exponen aspectos relacionados con las características de la erupción y con su impacto en la población a partir del estudio de la estratigrafía, y de los restos materiales y humanos descubiertos, como los famosos esqueletos encontrados en la playa de Herculano, lo cual le permite al autor hablar de los métodos científicos empleados para extraer datos de todo este material. De esta manera presenta las interpretaciones vertidas sobre la identidad de varios esqueletos (como el soldado, la esclava, el pescador, el flautista, el boxeador y otros) y las deducciones realizadas sobre su salud, alimentación y causa de la muerte.
En el capítulo sexto (Walking the Roman town, pp. 96-129) el autor recorre la ciudad describiendo los lugares más importantes de Herculano con la ayuda de un plano de la antigua ciudad donde están numerados los sitios comentados. Además, incluye planos de algunas construcciones y numerosas fotografías.
El séptimo capítulo (Reading the Roman Town, pp. 130-154) tiene como objeto las manifestaciones escritas encontradas en la ciudad, ya sean inscritas en piedra, pintadas en las paredes o conservadas en cualquier otro soporte hallado en las excavaciones, como las tablillas de cera de uso cotidiano, en cuya estructura de madera quedaron marcadas las huellas de sucesivos escritos. Estos testimonios nos permiten conocer los cambios históricos que padeció la ciudad, así como muchos datos interesantes sobre la vida pública y privada de sus habitantes.
En el capítulo octavo (The Villa of the Papyri, pp. 155-175) el autor regresa a la Villa de los Papiros para relatar, de manera más detallada, la historia de su descubrimiento, explicar la parte excavada hasta ahora y describir su estructura a partir de los planos realizados por el ingeniero suizo Karl Weber en el siglo XVIII. Por último, aborda el hallazgo y lectura de los numerosos rollos de papiro que dan nombre a la villa y que fueron carbonizados por efecto de la erupción.
En el noveno y último capítulo (Saving Herculaneum, pp. 176-195), el autor repasa, a modo de epílogo, todas las dificultades (técnicas, burocráticas, políticas y de cualquier tipo) que plantean tanto el mantenimiento de lo excavado hasta ahora como los trabajos que aún quedan para rescatar la parte de ciudad que yace oculta. Se hace referencia aquí a los diferentes métodos empleados a lo largo del tiempo para conservar y restaurar los distintos restos, y se lanza un mensaje optimista y esperanzador sobre el futuro que espera al yacimiento gracias a la ayuda de las nuevas tecnologías.
Tras los capítulos, encontramos las notas, que no han sido colocadas a pie de página, sino recopiladas al final (pp. 196-218), clasificadas según los capítulos a los que pertenecen. Estas notas introducen, en su mayor parte, la referencia de las numerosas y variadas fuentes empleadas por el autor.
Entre las páginas 219 y 220 tenemos un pequeño glosario donde se definen brevemente varios términos relacionados con el mundo grecolatino (por ejemplo, aediles o apodyterium), así como otros conceptos mencionados a lo largo del libro ( pyroclastic flow), los cuales podrían resultar desconocidos para el lector. Ello es un reflejo del carácter didáctico de la obra.
A continuación (p. 221), se incluye una breve, pero interesante lista donde se recoge el coste (en moneda romana y extraído de testimonios escritos de Herculano) de varios servicios y compras, como, por ejemplo, el precio de un esclavo (4.050 sestercios) o de los servicios de dos prostitutas (105 sestercios y medio).
Por último, tenemos una selección de bibliografía (pp. 222-230) y un índice (pp. 231-233) de nombres que han aparecido a lo largo del texto. Aquí encontramos, sobre todo, nombres de personas tanto de la Antigüedad como de épocas posteriores, pero también podemos hallar nombres de personajes mitológicos, de conceptos y de lugares (por ejemplo, los nombres con los que se denomina a las casas de Herculano).
En todo el volumen hay numerosas ilustraciones, sobre todo de las edificaciones y de los objetos encontrados, como esculturas, frescos, esqueletos, rollos de papiro carbonizados y otros muchos, que complementan al texto y amenizan la lectura. También se han incluido textos, diversos planos de edificios, así como fotografías y dibujos de inscripciones.
A lo largo del libro, el autor demuestra una gran pasión por Herculano, un conocimiento amplio y profundo de la materia tratada, un excelente dominio de las fuentes y, además, sabe presentarlo de una manera atractiva y didáctica. No sólo describe el yacimiento y los restos encontrados, sino que también explica el proceso de descubrimiento y cómo ha ido evolucionando en el tiempo la percepción que se ha tenido del yacimiento, de tal manera que el lector, a medida que va leyendo, va también descubriendo Herculano desde los insanos túneles de la época borbónica hasta los más modernos métodos actuales. De este modo, Brian Brennan ofrece una imagen dinámica y poliédrica, al mostrar los numerosos y variados aspectos relacionados con esta ciudad.
Desde mi punto de vista, el único defecto que se puede poner al libro atañe a su presentación externa, lo cual no es atribuible al autor, sino a la casa editorial. A este respecto, el texto se presenta muy apretado debido a unos márgenes muy reducidos; por otro lado, el plano de Herculano (p. 97) no tiene la nitidez deseable en un libro de estas características, donde debería ser un elemento esencial, y, por último, la disposición de la notas al final del libro puede resultar incómoda para el lector. Aunque estas limitaciones abaratan el precio de la publicación, no obstante, también limitan, en cierta medida, que los contenidos brillen en todo el esplendor que se merecen.
A pesar de esta objeción de carácter puramente formal, consideramos, sin lugar a dudas, que este libro es una magnífica y muy completa introducción al mundo de Herculano no sólo para el público en general, al cual va dirigido, sino también para los estudiantes universitarios que deseen iniciarse tanto en esta ciudad antigua, como en la historia y métodos de la arqueología, y, en definitiva, en la cultura clásica grecolatina.