El presente libro de M. S. Venit se plantea como un estudio que busca ahondar en las creencias funerarias que pueblan la religiosamente compleja sociedad del Egipto grecorromano, a través de las manifestaciones visuales de las tumbas monumentales. La autora publica el volumen como una ampliación del análisis de los sepulcros alejandrinos que protagonizaron su anterior monografía.1 Nuestra intención en esta reseña es evaluar su importancia dentro de la investigación de la interacción religiosa y sus manifestaciones artísticas en el ámbito funerario del mencionado periodo.
Tras la lista de ilustraciones, las expresiones de gratitud (pp. xi-xv) y un mapa que sitúa los enclaves mencionados en el texto, nos encontramos con una sección (pp. 1-4) que presenta el estudio y lo sitúa tanto histórica- como historiográficamente. En primer lugar, llama la atención que el exiguo recorrido cronológico, casi un listado de eventos, se detenga en la conquista egipcia de Alejandro III de Macedonia, precisamente en un libro cuyos testimonios se enmarcan en el Egipto ptolemaico y romano. El breve tratamiento de la investigación precedente no menoscaba la contextualización de los aspectos centrales del estudio, puesto que los distintos temas que irán apareciendo más adelante en el texto tendrán su propia introducción. Sin embargo, sí que constituye una ausencia importante, no solo en este apartado sino en todo el libro, la no inclusión de la publicación de G. Cartron, aparecida en 2012, sobre arquitectura funeraria en el Egipto romano,2 que incluye también las tumbas tratadas por la autora, aunque sin centrarse en el análisis iconográfico de las mismas.
El corazón del libro se divide en seis capítulos que muestran el planteamiento temático de la autora, basado en la mayor o menor presencia de rasgos egipcios y griegos en los monumentos funerarios. El capítulo 1 (Death, Bilingualism, and Biography in the ‘Eventide’ of Egypt: The Tomb of Petosiris and Its Afterlife, pp. 5-49) es dedicado a la tumba de Petosiris (necrópolis de Tuna el-Gebel) que podríamos definir como muestra paradigmática de los complicados procesos de convivencia y transmisión entre las creencias y prácticas funerarias grecoegipcias. El capítulo comienza con un apartado que esboza la estrecha relación entre ambos grupos, que se adentra cronológicamente en el Periodo Tardío dinástico, para posteriormente centrarse en un tratamiento pormenorizado de la decoración de la tumba, con un manejo excelente de fuentes primarias egipcias y griegas. Se trata de un monumento sobre el que se ha investigado mucho y es difícil incluir toda la bibliografía al respecto, pero quizás se echa en falta un trabajo publicado por J. d. C. Sales en 2011 sobre el texto principal que nos informa del propio dueño del sepulcro.3 Lógicamente, por cercanía cronológica, no pudo incluirse una reciente publicación alemana con siete trabajos sobre la necrópolis donde se haya la tumba de Petosiris.4
En el capítulo 2 (Egypt as Metaphor: Visual Bilingualism in the Monumental Tombs of Ancient Alexandria, pp. 59-86) la autora resume su investigación previa acerca de las tumbas alejandrinas monumentales de las épocas ptolemaica y romana, que fueron ampliamente tratadas en su anterior monografía.1 En este capítulo puede añadirse una obra reciente sobre las “tumbas de Perséfone” que no se pudo utilizar por fecha de aparición,5 pero que sí que es conocida por la autora.6 Es a partir del capítulo 3 (Greek Myth as Metaphor in the Chora of Egypt, pp. 87-108) donde se retoma la chora egipcia ya tratada en el caso de la tumba de Petosiris. Dicha parte se centra en las presencia de los mitos griegos en contextos de tradición egipcia y cristiana (denominada judía por la autora). Aunque se agradece la excepción de incluir una serie de epitafios cristianos de Leontópolis, el uso de un mayor grupo de fuentes funerarias cristianas similares habría enriquecido aún más el trabajo, e igualmente ocurre con otros textos como los de la tumba de Isidora en Tuna el-Gebel. De esta necrópolis son las tumbas con decoración religiosa griega que constituyen la mayor parte de este tercer capítulo. Aunque fuera como mera referencia, se hubieran podido incluir en este capítulo (o el 5 incluso) las tumbas con pequeñas pirámides que encontró W. M. F. Petrie en Hawara 7 y que incluyen decoraciones con aves que recuerdan a las pintadas en la tumba-casa 16 de Tuna el-Gebel que estudia la autora (pp. 100-101, lám. 3.7).
El tamaño del capítulo 4 (Tradition and Innovation in the Tombs of the Egyptian Chora, pp. 109-156) y el capítulo 5 (Bricolage and Greek-Collage in the Tombs of the Egyptian Chora, pp. 157-195) dan fe de su importancia en el libro. Respectivamente, son los apartados dedicados a las tumbas con decoraciones arraigadas en la tradición egipcia dinástica y aquellas que se muestran como testimonios del hibridismo religioso greco-egipcio. Es un grupo de monumentos bien estudiados con anterioridad, con alguna excepción como la tumba Bissing 1897 de Ajmin (pp. 185-192). La convivencia e intercambio entre lo griego y lo egipcio en la chora queda patente en estos dos capítulos, aunque es una conclusión que ya había sido alcanzada en estudios previos sobre ajuares mortuorios, que además ofrecen una mayor representatividad regional y cronológica.8 Un apunte bibliográfico puede ser hecho, por ejemplo, para la n. 899 referida a la red de fayenza osiriana, en la que hubiera sido conveniente citar el siguiente trabajo como referencia: Flora Silvano, “Le reticelle funerarie nell’antico Egitto: proposte di interpretazione”, Egitto e Vicino Oriente 3, 1980, pp. 83-97.
El capítulo 6 (Intersection and Interconnection in the Visualization of the Afterlife in Tombs of Graeco-Roman Egypt, pp. 196-201) funciona a modo de conclusiones generales, que giran en torno a remarcar que se produce un intercambio religioso-funerario entre “griegos, egipcios y judíos” en lo que concierne a la religiosidad funeraria del difunto y su plasmación en las tumbas monumentales. A nuestro parecer resulta problemática la relación que la autora establece entre la iconografía de inspiración regia y la voluntad de expresar un estatus elevado (p. 197), especialmente porque, por ejemplo, se constata el uso de motivos de coronas en objetos a priori más modestos (p. ej. el sudario Berlín ÄM 11656). Al tratar cuestiones socio-económicas desde la documentación mortuoria es importante situar el objeto o la construcción dentro de los parámetros de la época y ser conscientes de cuán representativo era en la época, especialmente para un repertorio como el estudiado por la autora.
Las notas críticas (pp. 203-238), situadas tras el capítulo sexto, se utilizan en su justa medida y profundidad en relación con los objetivos del libro. En cuanto a la bibliografía final (pp. 239-253), el optar por seguir estrictamente el listado de la American Journal of Archaeology provoca que algunas revistas se queden sin acrónimos ampliamente aceptados: p. ej. GM por Göttinger Miszellen en Lerstrup, A. 1992; SAK por Studien zur Altägyptischen Kultur en Wells, R. A. 1985. Pero, en cualquier caso, son algunos errores formales los que hacen que la cuidada edición del volumen quede algo deslucida al final.
El libro termina con un índice temático (pp. 255-268) de gran utilidad.
Las múltiples ilustraciones de alta calidad suponen un punto muy favorable al libro, que presenta un formato muy manejable. Sin embargo, a pesar de que también se ofrecen planos de tumbas, se echan en falta algunos que sitúen los sepulcros en su entorno inmediato, un contexto más local respecto a otros monumentos similares o de otro tipo.
Este libro es una obra de referencia necesaria que deriva directamente de las importantes investigaciones ya realizadas y publicadas, principalmente por M. S. Venit. El volumen se erige como un trabajo de conjunto actualizado y con generoso aparato crítico e ilustrativo, representativo de la excelente labor realizada por la autora en el ámbito de los intercambios culturales greco-egipcios en general, y las tumbas monumentales del Egipto grecorromano en particular. Para futuras investigaciones al respecto, y para lograr una dimensión geográfica y cronológica más extensiva e intensiva, se requeriría dotar al tratamiento de un mayor foco en la documentación textual, como de forma testimonial hace la autora en el capítulo 3 (estelas de Leontópolis y tumba de Isidora en Tuna el-Gebel), pero también a otros testimonios iconográficos (p. ej. los abundantes ajuares) y otros eminentemente arquitectónicos (p. ej. las tumbas no monumentales).
Notes
1. Marjorie Susan Venit, Monumental Tombs of Ancient Alexandria: The Theater of the Dead. Nueva York: Cambridge University Press, 2002 (BMCR 2003.02.12).
2. Gaël Cartron, L’architecture et les pratiques funéraires dans l’Égypte romaine. Volume I. Synthèse. Volume II. Catalogue. Oxford: Archaeopress, 2012.
3. José das Candeias Sales, “Petosiris – un activo constructor de la memoria egipcia del inicio del período ptolemaico”, Studia historica. Historia antigua 29, 2011, pp. 17-38 ( artículo completo).
4. Katja Lembke y Silvia Prell (eds.), Tuna el-Gebel – Band 6. Die Petosiris-Nekropole von Tuna el-Gebel. Band 1. Vaterstetten: Patrick Brose, 2015 ( índice).
5. Anne-Marie Guimier-Sorbets, André Pelle, Mervat Seif el-Din, Renaître avec Osiris et Perséphone: Alexandrie, les tombes peintes de Kôm el-Chougafa. Alejandría: Centre d’Études Alexandrines, 2015.
6. Ella misma escribió una reseña de la obra aquí: BMCR 2015.12.17.
7. William Matthew Flinders Petrie, Hawara, Biahmu, and Arsinoe. Londres: Field & Tuer, 1889, p. 11 y láms. XVII.1-4; William Matthew Flinders Petrie, Roman Portraits and Memphis (IV). Londres: British School of Archaeology in Egypt, 1911, p. 19, láms. VI, XVII y XXII.1.
8. Véase por ejemplo: Christina Riggs, The Beautiful Burial in Roman Egypt: Art, Identity, and Funerary Religion. Oxford: Oxford University Press, 2005. (BMCR 2007.06.37).