Vae Victis! Perdedores en el mundo antiguo, es una obra de carácter colectivo que aborda el tema de los vencidos en la edad antigua desde múltiples puntos de vista, centrándose cronológicamente principalmente en la civilización romana.
Primeramente intentaré agrupar los artículos en función de ciertas temáticas que creo entrever; en cuanto a la teología de la victoria el único autor que la aborda de manera clara es Francisco Marco Simón, y ya de forma colateral John Rich, y Pierre Moret. Sobre la importancia del lenguaje retórico, Manel García Sánchez, Attilo Mastrocinque, y Mar Marcos Sánchez. En cuanto a romanización, Gabriel Sopeña Genzor, Alfredo Valvo, Enrique García Riaza, Antonio Ñaco del Hoyo, y Marianne Coudry. Sobre cristianismo y su preponderancia, Sabine Panzram, Clelia Martínez Maza, Mar Marcos Sánchez, y Antonio Ñaco del Hoyo. Fuera de estas áreas se encuentran los textos de Laura Sancho Rocher, Jose Remesal Rodríguez, y Francisco Pina Polo.
“Vencidos por nuestras propias diferencias”: Relatos atenienses sobre la derrota de 405 a.C. (Laura Sancho Rocher).
En estas líneas se analiza la derrota ateniense en la guerra del Peloponeso desde la perspectiva de Tucídides. Se concluye que la guerra se perdió por las malas relaciones con los aliados, que veían a Atenas como un tirano trágico.
Soberbia y Molicie: Cambises, Jerjes, Dario III Codomano y otros ilustres perdedores aqueménidas. (Manel García Sánchez).
En este artículo el autor nos presenta los distintos topoi utilizados por los autores griegos de diferentes épocas contra muchos de los reyes aqueménidas, como ejemplo del arquetipo del mal gobernante.
Amasi e Filippo V: il destino di due re sconfitti nella storiogarfia antica. (Attilio Mastrocinque)
Attilio Mastrocinque intenta analizar en estas líneas las figuras de Filipo V de Macedonia y Amosis II desde una perspectiva que superé los clichés, como su supuesta falsedad para con sus aliados, que nos han legado las fuentes griegas sobre ellos utilizando para ello otras fuentes complementarias.
Veteres Candidati: Losers in the Elections in Republican Rome. (Francisco Pina Polo)
Basándose en una línea de investigación defendida por autores como Tomas Broughton, el autor argumenta que la derrota de un candidato que aspirara a un puesto en el cursus honorum no siempre debía ser un obstáculo para conseguirlo con posterioridad. Roman attitudes to defeat in battle under the Republic. (John Rich).
John Rich se posiciona de manera tajante en contra de la postura de Nathan Rosenstain en relación con la posibilidad de que fuese algo generalizado que hubiese candidatos con posibilidades reales de acceder a puestos del cursus honorum habiendo sido derrotados en el campo de batalla.
L’or des vaincus: travestissement et occultation des transactions financières dans la diplomatie de la Rome républicaine. (Marianne Coudry).
Roma elaboró un discurso para presentarse como una potencia misericordiosa con los vencidos. Pero en la práctica esto distaba mucho de ser cierto, ya que ésta instauró una nueva diplomacia de guerra muy agresiva en lo que a botín y prisioneros se refiere.
Cecilio Estacio ¿Un Prisionero Galo? (Gabriel Sopeña Genzor).
Los investigadores siempre se ha mostrado perplejos ante la destreza demostrada por un supuesto galo insubrio como Cecilio Estacio en el domino de las lenguas clásicas. El autor se inclina por darle un origen suditálico al nombre statius, hecho que explicaría su poliglotía de manera más satisfactoria.
L’Histoire de deux défaites: Tolosa et Caepio. (106-105 av.J.-C.) (Pierre Moret).
Pierre Moret, apoyándose en Posidonio, niega origen délfico alguno (es decir, proveniente del saqueo que perpetraron los celtas en dicho santuario) al tesoro de los templos de Tolosa saqueados por Quinto Servilio Cepión, a causa de la traición de la misma contra Roma. Para el autor, Tolosa nunca fue aliada de Roma, y por lo tanto estima que el saqueo de dicho enclave tuvo una finalidad eminentemente militar y económica.
Gentes Alpinae sub imperium p-R. Redactae. I Postumi di una sconfitta. (Alfredo Valvo).
Alfredo Valvo nos habla sobre la conquista de la última zona del norte de Italia que le quedaba por ocupar a Roma. Esta victoria fue conmemorada en el tropheum alpium. Cabe destacar el trato especialmente duro que Augusto dio a los salasios.
Sobre los mecanismos de integración de los vencidos en el occidente romano-republicano. Algunas observaciones. (Enrique García Riaza).
En estas líneas se reivindica la importancia capital de los dedicticios dentro del proceso de romanización. El autor reclama una nueva perspectiva en el estudio de las instituciones indígenas, por entenderlas como claves en este proceso. El autor pide cautela a la hora de analizar la antroponimia romana dentro de este contexto, dada la existencia de personas de origen itálico en las nuevas áreas de conquista.
Iconografía de la derrota: Formas de representación del bárbaro occidental en época tardorrepublicana y altoimperial. (Francisco Marco Simón).
Este tipo de iconografía abarca diferentes tipos de representaciones, tanto numismáticas, escultóricas, como arquitectónicas. El bárbaro es un ser impío que encarna el caos, que lucha por destruir el orden que representa Roma, a imagen y semejanza de la gigantomaquia. Esta iconografía enfatiza la victoria de los piadosos romanos sobre los impíos bárbaros.
Aut Bellis Gravia, Aut Corrupta Morbis: La visión de Orosio (Hist. VI) Sobre las victimas de guerras y desastres en el siglo I a.c. (Antonio Ñaco del Hoyo).
Orosio utiliza distintos ejemplos en el libro VI de su Historia para intentar demostrar que los paganos no tuvieron el favor divino de su parte. Por el contrario el imperio cristiano sí que cuenta con él, aunque la esperanza cristiana no sea terrenal.
De Emperador a depredador. (Jose Remesal Rodríguez).
En estas líneas Jose Remesal Rodríguez nos relata de qué manera utilizaron los julio-claudios diversos medios para poder distribuir la anona a toda la ciudad de Roma. La expropiación de tierras fue el método más utilizado para llevar a cabo este cometido. La importancia de la anona radicaba en que garantizar su correcto suministro proporcionaba el apoyo de toda la ciudad al emperador.
El Retrato de un perseguidor: La derrota y muerte de Maximino Daya en la historiografía cristiana. (Mar Marcos Sánchez).
Mar Marcos Sánchez nos muestra el punto de vista historiográfico sobre Maximino Daya contenido en las obras de Eusebio de Cesarea y Lactancio; éste difiere en gran parte del que nos proporcionan las fuentes paganas. La asimilación de este tetrarca a los diferentes clichés del tirano-usurpador distorsiona bastante la imagen de Maximino. Por otro lado es casi imposible realizar un relato ecuánime sobre él con las fuentes disponibles.
Proclamo quod ego synagogam incederim… -Ambrosio de Milán, Severo de Menorca y el incendio de las sinagogas de Calínico (388) y Magona (418). (Sabine Panzram).
La quema de ambas sinagogas representa un momento en el cual ciertos sectores dentro del cristianismo optaron por la confrontación con los sectores no cristianos para conseguir una homogeneización religiosa dentro del imperio optando incluso por la vía de la violencia para conseguir su propósito. Este hecho originó importantes roces con el estado, ya que estas acciones iban contra derecho.
La agonía de un pagano de provincias. (Clelia Martínez Maza).
En estas líneas se describe la pugna establecida entre el obispo Shenute y la población mayoritariamente pagana de Panópolis. La autora nos describe el uso de la violencia por parte de los monjes dirigidos por este obispo contra varias obras de arte de ciertos recintos paganos, así como el intento de Shenute por poner a la población en contra de la élite pagana acusándola de explotadora para propiciar así nuevas conversiones.
Valoración de algunos de los textos
Personalmente, debido a que me dedico principalmente a la tardoantigüedad, he encontrado bastante interesantes los artículos de Mar Marcos Sánchez, Sabine Panzram, y Clelia Martínez Maza. A mayores también añadiría el de Francisco Marco Simón, dado que para mí investigación es muy importante la teología de la victoria.
Del texto de Mar Marcos Sánchez señalaría el hecho de que se destaque la fuerza del lenguaje retórico en la descripción de Maximino Daya que nos han legado Lactancio y Eusebio de Cesarea. El retrato de los tiranos obedece a un topos literario de origen helenístico, y eso es algo que se puede constatar para esta época también en los panegíricos latinos. En cuanto a las muertes violentas, bien es cierto que resulta revelador el pasaje que se cita del libro de los macabeos como modelo de muerte del tirano-usurpador, también sería enriquecedor tener en cuenta la muerte violenta de Majencio en los panegíricos de los años 313 y 321 d.c., ya que se arroja el descuartizado cadáver del hijo de Maximino Hercúleo al Tíber para que éste lo purifique; no obstante, éste lo expulsa dado su grado de impureza (según la disciplina etrusca, este río es purificador). Por otra parte, he encontrado ciertamente notable la referencia que se hace sobre la superioridad numérica del ejército de tirano-usurpador en comparación con el del emperador legítimo, ya que es algo que se constata con cierta frecuencia en las fuentes propagandísticas. Obviamente el análisis de esta figura es en cierto grado difícil, dadas las fuentes existentes como bien dice la autora; no obstante ha sabido sacar partido de este hándicap.
En cuanto a los textos de Clelia Martínez Maza y Sabine Parzam destacaría que la realidad que nos muestran es la misma bajo diferentes ejemplos. El hecho de que el cristianismo se impusiera como religión oficial en todo el Imperio Romano, creó nuevas situaciones desconocidas hasta ese momento. La fuerza organizativa demostrada por obispos y monjes funcionaba como una máquina perfectamente engrasada para conseguir sus objetivos, siendo el principal de ellos minimizar hasta su última expresión todo tipo de disidencia religiosa tanto dentro como fuera del cristianismo. Si antes el emperador era religiosamente la cabeza visible del pueblo romano como pontifex maximus, de ahora en adelante y durante muchos siglos, la iglesia y los poderes laicos lucharán encarnizadamente por mantener sus respectivas cotas de poder. El estado romano, no obstante, tenía como prioridad el velar por el bien común de todos los romanos, fuesen o no cristianos, aunque trabajaba en cierto grado por la unificación religiosa. Por otro lado la iglesia tenía como prioridad acabar con el paganismo y judaísmo por el medio que fuera, y por tanto en no pocas ocasiones estos intereses chocaron con los del estado. En mi modesta opinión, me alineo con las tesis de Pierre Chuvin en Chronique des derniers païens : la disparition du paganisme dans l’Empire romain du règne de Constantin à celui de Justinien, o Robin Lane Fox en Pagans and Christians: in the Mediterranean world from the second century AD to the conversion of Constantine, sobre la abrumadora mayoría pagana en ambas partes del imperio durante el siglo IV d.c. Solamente cuando los emperadores se hicieron cristianos comenzaron paulatinamente las primeras grandes conversiones. Muchas de éstas fueron forzadas o interesadas, y eso es algo que atañe tanto a judíos como a paganos, siendo estos procesos en ciertos momentos casi bajo amenaza (como se puede observar en el artículo de Sabine Pazram). Por otro lado, incluso durante el siglo V d.c. amplias zonas del imperio eran abiertamente paganas, y ya no solamente eso, sino que lo más interesante es que las élites paganas todavía gozaban de una importante influencia en las altas esferas, aunque poco a poco irá menguando. El ejemplo del terrateniente Gesio en Panópolis es ciertamente interesante.
En cuanto al artículo de Francisco Marco Simón, es interesante constatar los orígenes romanos de una iconografía que, aproximadamente a partir del segundo tercio del siglo III d.c. en adelante, alcanzará sus mayores cotas de notoriedad, ya no solamente en los distintos soportes en los que se dan estas representaciones, sino también en la propia retórica propagandística de la época. Gagé llamó en su día a esta ideología la Théologie de la Victoire. El hecho de que el gobierno del emperador en la tierra se asemeje al gobierno divino sobre el cosmos (es decir una imitatio dei presente en esta teología que tan notoriamente constatamos como nunca en el mundo romano durante esta época), provoca una serie de paralelos interesantes; por otra parte los bárbaros se relacionarían con el caos. Ejemplos de esta concepción son, la equiparación entre episodios mitológicos como la gigantomaquia con la representación de los celtas vencidos en distintos monumentos como símbolo de la barbarie y del caos vencido por el orden que representa Roma. Por tanto todo esto habría que encuadrarlo dentro del discurso de la propaganda imperial. Destacaría la notable referencia que se menta sobre las representaciones encontradas en los hitos del limes norte. Pudieran ser no solamente unas meras marcas que delimitaban una frontera entre el mundo civilizado y la barbarie. Representarían además la victoria de la luz (encarnada por el emperador y su numen protector) sobre la oscuridad (encarnada por los bárbaros y las fuerzas destructoras supranaturales), en el caso de que existiera un enfrentamiento entre ambos, ya que en estos hitos podemos ver al emperador siempre venciendo al bárbaro. No obstante la fuerza del caos es tan poderosa que es necesario un límite entre ambos mundos. Sería por tanto también un espacio mágico, que escapa fuera del alcance del mundo civilizado y del orden cósmico, aunque en ocasiones se pueda conquistar como podemos observar cada vez que Roma adhiere un nuevo territorio; en la ceremonia del triunfo se exhibía la geografía de la nueva área conquistada mediante varias personificaciones escultóricas.