Este es el segundo y último volumen de una obra que, antes de su fecha de aparición, ya se había dado en llamar entre el público hispanohablante el Horacio de Moralejo.1 No se trata de una entrega “más” de la prestigiosa colección de Gredos, que ya alcanza su número 387. De nuevo, como todo lo que pasa por las manos de este distinguido filólogo español, su Horacio es otra demostración de ese buen hacer, de esa agudeza, de ese entusiasmo, de esa cultura, de ese humor, de ese sello especial que le caracterizan y que confieren a sus obras una peculiarísima denominación de origen.
El libro contiene su edición de Sátiras, Epístolas y Arte poética. Consta de la traducción de las tres obras (sin texto latino), precedida de una amplia introducción específica para cada una de ellas. Se suman unos útiles prefacios a cada poema, así como unas amplísimas notas. El resultado hace de la obra no una mera traducción anotada: el lector percibe que está ante un Horacio con comentario, breve, pero el más completo y competente que existe en lengua castellana, si pueden considerarse breves las largas introducciones y las 1.463 notas, amplias en número, en longitud y en variedad de temas.2
La Biblioteca Clásica Gredos (BCG) tiene dos públicos, ambos muy leales: el del lector común, culto y curioso, y el del lector especialista. Al primer tipo de “desocupado lector”, “sin juramento me podrán creer” que el libro resultará admirable y exhaustivo. Este lector podrá prescindir de gran parte de la erudición, centrándose en lo más importante para él: la fiel y elegante traducción que tiene entre sus manos. Pero, cuando sienta la necesidad de llegar un poco más allá, o necesite alguna aclaración o nota, entonces las hallará no solo atinadas y fiables, sino amenas, por estar impregnadas de la cultura, de la agudeza y del humor ya mencionados. El especialista se beneficiará de lo dicho anteriormente y percibirá además su altura académica. Las normas de la BCG excluyen la posibilidad de editar el texto latino,3 pero exigen que la crítica textual y el texto original estén muy presentes, como de hecho ocurre en este libro, que con frecuencia discute y revisa el texto horaciano en las notas.
Suscribo por tanto la valoración de la BCG que hace mi predecesora, Jennifer Ferriss-Hill,4 en su reseña al primer volumen, cuando la considera una de las más ambiciosas series de traducciones de textos clásicos del mundo, y la compara a la Loeb Classical Library.5 Matizando sus palabras cabría decir que esta colección española es bastante peculiar, pues tiene una clara desventaja respecto a Loeb y demás bilingües ( Alma Mater, Les Belles Lettres, Tusculum, &c.), por la mencionada exclusión del texto, pero las notas son frecuentemente superiores a las de las colecciones que incluyen el texto, tanto en cantidad como en calidad. Por ello, los volúmenes destacados de la BCG, igual que los de Alma Mater, hacen aún más evidente la carencia que tiene España de una colección concreta y unificada para nuestros comentarios filológicos académicos, desperdigados hoy día entre los diversos servicios de publicaciones de cada universidad. Una buena colección de comentarios, con calidad estándard, proyección internacional y una buena difusión, es todavía hoy una de las asignaturas pendientes de la filología en lengua castellana.
La estructura del libro queda detallada abajo. Las largas introducciones generales son muy didácticas, gracias a sus apartados y subapartados. Hacen un estado de la cuestión y una puesta al día de las materias pertinentes: género, temas, forma, composición y estructura, lengua y estilo, etcétera; no se ahorran esfuerzos y demuestran un buen conocimiento de la literatura secundaria. Destacan las excelentes páginas dedicadas a la pervivencia de las obras de Horacio desde el Renacimiento, que se benefician tanto de la bibliografía preexistente como de la propia cultura literaria de Moralejo. Las introducciones se cierran con la habitual bibliografía.6
Para tratar el núcleo fundamental de la obra, las traducciones comentadas, pondremos algunos ejemplos:
Primero me detendré en el aspecto quizá más sorprendente del libro: el texto elegido es el más antiguo, pero también más concienzudo de Klingner,7 fiel a los manuscritos y editores previos, frente al posterior de Shackleton Bailey, tan admirable como atrevido.8
Para apoyar la elección de Moralejo pondré un ejemplo de mi propia cosecha, por considerarlo clarificador: el diverso enfoque que dan Klingner y Shackleton Bailey del pasaje que lleva más de 150 años dividiendo a los críticos, Sat. 1.1.108:9
Klingner:
illuc, unde abii, redeo, qui nemo, ut avarus,
108 qui nemo ut Bl Leid. 127 A nemon ut
Shackleton Bailey:
illuc unde abii redeo: nemo est ut avarus
108 nemo est* scripsi ( cf. Lucr. 1, 620 nil erit ut distet) : nemon a BEKR P l : ne non
Como puede observarse, los textos y aparatos son muy distintos, y elocuentes.10 Creo pues razonable que Moralejo haya seguido el texto más respetuoso con los manuscritos y con las variae coniecturae de los filólogos anteriores a él, dotado además de un aparato crítico más amplio. Así, su traducción, perfectamente horaciana, es “Vuelvo al punto de donde partía: por qué nadie, al igual que el avaro (…)”11
Para ejemplificar ahora con los comentarios críticos del propio Moralejo, el lector notará también que la omisión de la ya mencionada conjetura de Shackleton Bailey no es despectiva con el conjunto de su texto, pues Moralejo se demora en él solo tres versos más arriba, en su nota al verso 105: “Nomentano parece ser el derrochador citado en varios otros lugares de las Sátiras (I 8,11; II 1,22; 3,175; 224). En cuanto al Nevio mencionado anteriormente, la interpretación tradicional entiende que debiera ser otro que tal, por lo que no sería identificable con el de II 2,68, ejemplo de mezquindad. Ello ha llevado a Shackleton Bailey a aceptar la lectura Maenius del ms. Glareanus, con lo que Horacio se referiría a un Menio citado por Lucilio como ejemplo de prodigalidad ( Cf. Fedeli, que también acepta esa lectura. Sin embargo, nosotros creemos psosible que ahí Horacio plantee no dos casos similares, sino opuestos, conforme a lo que luego dice. Sobre la cuestión véase G. D’Anna, Enciclopedia Oraziana I: 822 s.” Tampoco en este caso adopta la variante de Shackleton Bailey, traduciendo “¿Que lleve la vida de un Nevio o de un Nomentano.” (pp. 66-7, n. 123).
Por lo demás, cada poema particular va precedido de un útil prefacio que contiene una sinopsis y una valoración del contenido, al igual que en la ya citada edición crítica de Navarro, lo cual se echa en falta, por ejemplo, en el comentario de Mayer sobre Ep. I.12
No hay lagunas destacables en la bibliografía general de Horacio, aunque existen los casos habituales de omisiones en la bibliografía específica. Sirva de ejemplo el estudio de Marcella Guglielmo sobre Ep. 1,6.13 A este propósito, los lectores podrán observar una característica que dice mucho de la filología de Moralejo: su recurso muy frecuente y honrado al “parece que”, “al parecer”, que tiene la siguiente interpretación: aunque los fondos de las bibliotecas españolas son limitados y no tenemos todos los libros, Moralejo no se apropia nunca de lo que ha leído en fuentes indirectas, y prefiere dejar claro cuándo no ha podido leer por sí mismo aquello que cita.
Para terminar, quiero añadir que mi positiva visión de este Horacio no se debe a ninguna clase de deuda o de amistad con el autor, o a oscuros intereses académicos o chovinistas. Al contrario: es más bien una confesión, y un desideratum. En mi modesta opinión, si toda la filología en lengua castellana alcanzara de manera habitual y constante la altura de este Horacio, entonces ocuparía por mérito propio, y sin necesidad de ser traducida al inglés, un digno y destacado lugar en la escena internacional, un lugar que en mi opinión merece ya en parte, pero todavía no globalmente.
[Deseo agradecer al revisor anónimo de esta reseña sus valiosos comentarios.]
Índice de contenido
SÁTIRAS, 7-194
Introducción, 9-60
El género y su tradición, 9-14
Horacio satírico: actitudes y temas, 15-20
Forma, composición y estructura, 21-6
Lengua y estilo, 27-34
Pervivencia de las sátiras desde el Renacimiento, 35-50
Bibliografía, 51-60
Libro I, 61-128
Libro II, 129-94
EPÍSTOLAS, 195-334
Introducción, 197-234
El género y su tradición, 197-9
Las epístolas en la carrera literaria de Horacio, 200-2
Los temas y los destinatarios, 203-4
Forma, composición y estructura, 205-9
Lengua y estilo, 210-11
Pervivencia de las epístolas a partir del Renacimiento, 212-26
Bibliografía, 227-34
Libro I, 235-304
Libro II, 305-34
ARTE POÉTICA, 335-410
Introducción, 337-82
El arte poética en la obra de Horacio, 337-9
El arte poética y la preceptiva literaria antigua, 340-7
La estructura del arte poética, 348-57
Los preceptos del arte poética, 358-9
La influencia del arte poética a partir del Renacimiento, 360-72
Bibliografía, 373-80
Sinopsis, 381-3
ARTE POÉTICA, 383-410
Índice de nombres, 411-23
Índice general, 425-6
Notes
1. Sobre el primer volumen, Horacio. Odas, canto secular, epodos, Madrid: Biblioteca Clásica Gredos, Nr 360, 2007), cf. Jennifer Ferriss-Hill, 2009-07-39.
2. Un nivel no menor alcanza para Ep. y Ars la obra (con texto) de Fernando Navarro, Epístolas; Arte poética, Madrid: CSIC, 2002, que es también un “breve” comentario (si puede considerarse breve).
3. Sería redundante con la otra colección española, Alma Mater, del CSIC, que supera a Gredos por contener el texto de las obras, emulando con éxito a la Colección Budé, y que a su vez queda por detrás de Gredos en el número de volúmenes publicados.
4. Ibid.
5. Estas son sus palabras: “Moralejo’s work is volume 360 in the ambitious project undertaken by Biblioteca Clásica Gredos to produce a full library in Spanish of all Greco-Roman literature. In addition to canonical works and authors covering a wide time-span, fragmentary and rare works are also included, making this series the most complete collection in the world of Greek and Latin authors translated into a modern language (…). In this way Biblioteca Clásica Gredos is akin to the Loeb Classical Library (neither series presents –or is intended to present– innovative interpretations or comprehensive critical editions), though its scope is rather greater.” ibid. Pero el Horacio de Loeb es muy distinto al de Moralejo: cf. las diferencias entre Ruston Fairclough y Moralejo en Sat. 1.4.70 o 2.8.1. Lo mismo puede decirse de Villeneuve (Budé) y Moralejo: cf. Sat. 1.4.114 o 1.6.120.
6. Varios son los títulos importantes que habría que añadir desde la fecha de publicación, entre los que cabe destacar los siguientes: el recentísimo A Companion to Horace, ed. por Davis, Gregson (ed.), Blackwell, 2010; Niklas Holzberg, Horaz: Dichter und Werk, Múnich, 2009; S. J. Harrison, Generic Enrichment in Vergil and Horace, Oxford, 2007; para las sátiras como género, “Ambition to Rise: Horace, Satires, I”, pp. 75-103); para Ars, “Horace’s Ars poetica and the Marvellous”, de Mario Citroni, en Philip Hardie (ed.), Paradox and the Marvellous in Augustan Literature and Culture, Oxford, 2009; pervivencia: Perceptions of Horace: a Roman poet and his readers, L.B.T. Houghton and Maria Wyke (edd.), Cambridge/New York, 2009.
7. “It is, however, in keeping with the conscientious scholarship which makes this a valuable edition, and it would be ungrateful to cavil”, en las palabras de T. E. Wright, CR, n.s., 10, 3, 1960, p. 262.
8. Recordemos el ” Richard Bentley redivivus!“, el acertado arranque de la reseña de Delz al Horacio de Shackleton Bailey de 1985 ( Gnomon, 60, 6, 1988, pp. 495-501), vigente en mi opinión para todas sus ediciones, reediciones, y re-reediciones.
9. Véase el estado de la cuestión en Fraenkel, “The text of Sat. 1.1.108”, ibid., pp. 79-101; E. L. Harrison, “Horace: Satires 1.1.108″, Phoenix, 15,1, 1961, pp. 41-46; y la reseña de Nisbet al horacio de Shackleton Bailey, CR n.s. 36, 1986, pp. 227-234.
10. Aunque a su vez no tengan parangón con el texto comentado de Bentley (1713), que, por su marcado enfoque textual, se saldría del propósito de la BCG. No obstante, la tradición de los grandes editores del pasado supera a casi toda la crítica contemporánea porque aúnan dos cosas fundamentales: mucha mayor competencia que la actual en el conocimiento del latín y del griego (leían, sobre todo, a los propios clásicos, y no dedicaban tanto su tiempo, como ocurre hoy en día, a leer literatura secundaria), al mismo tiempo que la brevedad, la justeza y el “no más, porque lo que se dice en cada caso con frecuencia es tanto que sería mejor dejarlo en su punto, pues no se han de hallar palabras con que ‘ ensanchecerlo‘”, citando libremente de nuevo a Cervantes.
11. En cuanto al aparato crítico, tampoco quedan por detrás los de Villeneuve (Budé) de los años 60, reeditados en los 90, y el de Borzsák (1984).
12. Cambridge, 1994.
13. Nil admirari: analisi dell’epistola 1,6 di Orazio, Alessandria, 2001.